Después de ver en el Magaly La novia, tragedia
lorquiana dirigida por Paula Ortiz, busqué versiones de "Pequeño vals vienés", poema de Federico
García Lorca, musicalizado por Leonard Cohen. Una chica ibérica de corazón
sensible me había dedicado la versión en inglés del poeta y cantautor
canadiense. La banda sonora del film incluye una versión en
español. De las que encontré después de la función, la versión que más me impactó fue la de Sílvia Pérez Cruz, cantautora e
intérprete catalana. Desde esa noche he estado conmovido escuchando sus
cantares. Sus letras e interpretaciones calan profundo.
Mi pieza favorita es su intrepretación de "Gallo rojo", un desaforo de
belleza trágica. ¿Querés interpretar su sentido conmigo?
Cuando canta el gallo negro
es que ya se acaba el día.
Si cantara el gallo rojo,
otro gallo cantaría.
¡Ay! Si es que yo miento
que el cantar que yo cante
lo borre el viento.
¡Ay! ¡Qué desencanto
si me borrara el viento
lo que yo canto!
Se encontraron en la arena
los dos gallos frente a
frente.
El gallo negro era grande
pero el rojo era valiente.
¡Ay! (...)
Se miraron a la cara
y atacó el negro el primero.
El gallo rojo es valiente
pero el negro es
traicionero.
¡Ay! (…)
Gallo negro, gallo negro,
gallo negro: ¡Te lo
advierto!
No se rinde un gallo rojo
más que cuando está ya
muerto.
¡Ay! (…)
¿Qué pensás? ¿Simple fábula de dos gallos?
¿Alegoría? ¿De dos hombres? ¿De una mujer y sus dos amantes? ¿Del día y la
noche? ¿Del bien y el mal? ¿Política, como parece haber sido la intención del
cantautor español, Chicho Sánchez Ferlosio?
Yo siento que es una alegoría del
corazón humano, del amor que le da vida y lo sustenta y de las oscuras pasiones
que amenazan con destruirlo y arrasar ese amor. Pero no sé si es un solo
corazón que se destruye o si son dos corazones que se arrasan: ¿A sí mismos?
¿Entre sí? No lo sé.
Sé que cuando un gallo rojo muere luchando, de
su simiente nacerá otro, aún más valiente por saber que se enfrentará de nuevo
a la muerte y de todos modos luchará por su vida.