sábado, 30 de septiembre de 2017

Otoño: el mejor café hay que tomárselo ya

Hoy ha sido el primer sábado verdaderamente otoñal. Aire fresco. Viento heladito. Cielo seminublado y luz suave. Hojarasca café meciéndose en remolinos por la ventisca o corriendo a ras de suelo, haciendo su ruido seco al arrastrarse. 

Yo me hice un desayunazo con calma: sofreí ajo y cebollinos en aceite de oliva español y agregué camote picadito en trocitos muy finos, tomate picado y hojas de kale y espinaca. Añadí cúrcuma y unas pizcas de sal. Dejé todo esto cocinarse a fuego lento. Cuando estaban las hojas en el punto, agregué un par de huevos y los revolví, añadiendo alcaparras y trocitos de aceituna. Listo. Tenía pan integral y hummus para acompañar todo esto. 

Y chorreé el café Reserva Especial de CoopeDota que tengo porque decidí que el mejor café hay que tomárselo ya. Como todo en la vida, no sabés si podrás tomártelo más tarde, así que mejor ya. De una vez. No dejés que se te escape la oportunidad como una ilusión para que después tengás que cantar con Marisa Monte y Julieta Venegas: "Una vez yo tuve una ilusión y no supe qué hacer con ella. Y se me fue. ¿Por qué la dejé?"

Además tomar buen café, calientito, muy negro y aromático, es un placer especial en una mañana otoñal.

Luego trabajé todo el día. Me dediqué a revisar un artículo filosófico, uno técnico, de matemáticas del siglo XVII, que me devuelve a mis años del doctorado. Y lo envié a una buena revista que ya me lo aceptó. Una muy buena, quizá la mejor en que haya publicado. Me di por satisfecho. He tenido una linda experiencia de muchos años con las matemáticas y la filosofía juntas. Y hoy la concluí. Estoy intentando cerrar ciclos. 

Mientras trabajaba recordé que para mí la filosofía siempre ha sido un asunto de otoño e invierno. Primavera y verano son para la literatura, la poesía, la espontaneidad. 

Ya viene el otoño y siento otro ritmo llegar. El ciclo del verano se cerró, con sus sueños y pasiones. Ahora viene otro. Lo llevaré suave, acompañado de buen café.


jueves, 28 de septiembre de 2017

Crónica de un amor

Aquí va mi crónica de esta semana, Amor Clarice en Prospect Park. Quizá me paso de romántico. Así soy: por eso he insistido en leer los libros de Clarice Lispector aunque me haya costado tantas vicisitudes terminarlos. Es una forma de amarla y amar sus letras.

Pero quizá así somos todos en mi familia. Anto me escribió con respecto a esta crónica: "Hasta ahora termino de leerla. Con mil interrupciones que tuve que vencer. Muy simbólico porque veo que el amor es tan poderoso que hay siempre fuerzas de oposición que pretenden distraerlo. Pero el verdadero amor siempre vence. Siempre surge de entre las hierbas del montazal que tratan de ahogarlo y se eleva como el árbol más alto de la tierra. El que ama se levanta con señorío y fuerza. Amemos, seamos alegres".

Osea, como romántico estoy bien acompañado por Anto. También por Clarice.

Ma me preguntó sobre la traducción de la cita en portugués al final de la crónica. Aquí va:

"Mi única salvación es la alegría (...) Me rehuso a ponerme triste. Seamos alegres (...) Soy alegre en este mismo instante porque me rehuso a ser vencida. Entonces amo. Como respuesta. Amor impersonal, amor it, es alegría. Incluso el amor que no prospera. Incluso el amor que termina".

Lo dicho: esto es cosa de románticos. Se deja ir un amor que no va a prosperar y uno escoge seguir amando y ser alegre haciéndolo.

Clarice Lispector

lunes, 25 de septiembre de 2017

Volver al jardín y cantar "Sí"

Después de visitar el altar de Inari-sama en el jardín japonés ayer, me quedé largo rato contemplando el estanque, dejando que el sol me acariciara y el cielo azul me llenara la vista y el alma de color y brillo. Ya había meditado mis oraciones por mi gente amada de México y Puerto Rico - y Costa Rica, Brasil, Venezuela, España, Japón, Perú, Birmania. 

Junto al estanque me nació cantar en voz baja el coro de la canción Três Letrinhas de Marisa Monte:

  É minha canção 
  resto de oração
  que fugiu da igreja.
  Não quis mais do vinho,
  foi tomar cerveja.
  Voltou ao jardim
  e tá esperando gente
  que só disse sim.

Siempre me ha gustado esta imagen: una canción, resto de una oración, que huye de la iglesia y su vino amargo y regresa al jardín--al paraíso--a tomar cerveza. Y mientras canta y bebe, espera gente que sólo dice sí: 

Sí a la Vida.
Sí al Amor. 
Sí a darse.
Sí a recibir.
Sí.

 


domingo, 24 de septiembre de 2017

Leyendo "Testamento" de Mia Couto

Hace un año estaba en Lisboa, embelesado con la ciudad. Entre muchas otras delicias, allá surgió una renovada amistad con Asahi-san y conocí a su chiquita. 

Hoy, para conmemorar, llevé al parque mi copia del poemario Vagas e lumes de Mia Couto, un regalo de Asahi-san. Meses después de mi visita, ella me compró el poemario en la librería Bertrand y me lo envió por correo desde Lisboa. Lo leyó en una playa atlántica antes de mandármelo. 

Conforme leo, me gusta descubrir los pequeños corazones que ella dibujó al margen de sus poemas favoritos. Entre ellos, hoy me ha llegado a mi corazón de poeta, o al menos a mi alma de amante de la poesía, éste, "Testamento":

   Tudo o que tenho
    não tem posse:

    o rio e suas ocultas fontes,
    a nuvem grávida de novembro,
    o estilhaçar do riso em tua boca.

    Só me pertence
    o que não abraço.

    Eis como eterno me condeno:
    - amo o que não tem despedida.

Por un corazón así de libre y amoroso al mismo tiempo, levanto una copa de vinho verde: ¡Salud!

sábado, 23 de septiembre de 2017

Bailar chorinho a paso de bolero

Fui a escuchar chorinho a Barbès antes de nadar en el YMCA. Tocaba Regional de NY, el grupo de choro que acostumbro escuchar cada vez que puedo para disfrutar y transportarme de Brooklyn a Brasil. Sobre todo me imagino en Santos: cuando vivía allí iba todos los sábados al final de la tarde a la plaza contigua al acuario, frente a la playa, a escuchar una roda de choro formada por unos viejitos súper gatos con sus instrumentos. Los tipos de Regional de NY son de mi edad, es decir, jovencísimos, al menos para esa música antigua y hermosa del Brasil de hace casi un siglo. 

Esta noche Regional era un cuarteto: un acordión, una pandereta, una guitarra eléctrica y una guitarra de siete cuerdas. Para mi gusto faltaban un cavaquinho y una flauta o un clarinete. Pero el cuarteto se la jugó bonito. Por momentos el acordión sacaba tonos de clarinete y la guitarra eléctrica imitaba un pizzicato de cavaquinho. Deleitaron a la audiencia con muchos chorinhos y un par de sambas.

Y tuve un momento de sagacidad, de insight, de epifanía, importante. Regional tocaba el choro lento y suave Migalhas de amor cuando me di cuenta que se podía bailar a paso de bolero. El panderetero marcaba el paso: un-dos-tres-pausa, un-dos-tres-pausa. Volví a ver si había alguna mesoamericana o caribeña para marcarle un bolero, pero no. Las brasileñas estaban acompañadas y las gringas no saben qué es un bolero. No importa. Hice el pasito de bolero solito y con cadencia. 

Regional siguió tocando algunos choros más animados, pero cuando interpretaron Cordas de Aço lo confirmé: se podía bailar ese choro a paso de bolero.

Cuando terminó el recital, a paso de bolero me fui caminando hasta la piscina.

jueves, 21 de septiembre de 2017

Crónica de una despedida neoyorquina

Esta crónica en ViceVersa llega a destiempo pues hasta ahora pude publicarla: Despedida interoceánica en aguas neoyorquinas.  Tsun-Hui y yo nos despedimos en junio cuando ella se fue al Japón. Fue una despedida triste pero apacible pues habíamos disfrutado plenamente una linda amistad. 

Esta madrugada, despierto antes de que rayara el alba, pensaba en otras despedidas. Hay algunas que te duelen porque parece que se dan antes haber vivido la historia que había para vivir. Querés mucho a alguien, con amor sincero, pero sabés que no podés quedarte. Talvez cada uno quiere una historia diferente y, aunque los dos se esfuerzan, no logran conciliarlas. Igual tenés que llenarte de entereza, soltar lo que querías, e irte con amor y deseando el bien. 

Hay en ello algo bueno: dejás a la otra persona libre y te vas libre. No te quedás atascado en el pasado, insistiendo en una posibilidad que no se va a dar, cuestionándote una y otra vez. Dejás a la otra persona en paz para que escoja lo mejor para sí misma y se rodee de quien ella quiera en su vida. Y vos podés vivir en el presente y mirar hacia el futuro, con corazón libre y dispuesto a vivir lo que te traiga.

domingo, 17 de septiembre de 2017

Bailadita con Yotoco en The Owl

Es bailando como he sido más feliz en Brooklyn. Muchas veces he bailado contento en casas de música de Nuyork; otras en conciertos al aire libre, como este verano que pasó en Bryant Park con Jarana Beat y en Prospect Park con Lilla Downs; unas poquitas pero muy especiales aquí mismo en mi cuevita. 

Aunque yo continúe diciendo mis oraciones amorosas en silencio, anoche quería alegría. ¿Entonces qué mejor que ir a bailar al ritmo de mis amigos boricuas y colombianos de Yotoco?  Ellos me han alegrado la vida desde las noches solitarias del otoño del 2015. Y desde entonces he ido conociendo su música y forjando una bonita amistad con ellos. Entonces anoche salí de casa, atravesé Prospect Park desde Windsor Terrace hasta Lefferts - Prospect Gardens, escuchando el canto de los grillos en la oscuridad, y llegué a la nueva casa de música The Owl Music Parlor para escuchar a mi banda brooklyniana-latinoamericana favorita. 

Al llegar me encontré con Sebastián el paisa, Nato la cantante caleña, Gabo el conguero boricua y Gio su coterráneo cuatrero. Nos regalaron un concierto alegre para bailar y gozar - una sabrosería, como se titula una de sus cumbias deliciosas pa' bailar. Me lancé a la pista con Ana, la enamorada de Gio, K, la novia de Gabo y mi compañera de todos los bailes de Yotoco, E, nuestra nueva amiga chilanga, Luis y Gabi, los boricuas, D, bailarina, G-C, el filósofo vendedor de vinos, y muchos más. Nos faltaron C, la fotógrafa boricua, y R, el DJ Tres Dos. Pero me encontré a Ian, un compa filósofo que nunca había visto en un baile de Yotoco. Y todos bailamos. Cantamos. Gozamos. 

Después del baile rematamos comiendo tacos todos juntos en Oaxaca - no el estado mexicano que añoro conocer, sino en la taquería. Pero igual me imaginé que estaba en México con toda mi gente latinoamericana y me sentí feliz. 

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Crónica: Ángel en el Lago Prospect

Esta tarde, después de dar clases, tomé el tren Q desde la avenida H hasta Parkside y entré caminando a Prospect Park por su esquina sureste. Caminar por el parque, a la orilla del lago, de regreso a casa, me serena. Me da sosiego al final del día intenso. Hoy, como en todos los días recientes, me detuve en un recoveco en la orilla a contemplar el lago por un rato, a meditar, agradecer a la Vida y decir de corazón mis oraciones por las personas amadas que están sufriendo su duelo. Me acompañaba de cerca una tortuguita que nadaba con la cabeza fuera del agua para respirar. Dos cisnes y decenas de patos nadaban lejos. Dije mis oraciones en mi mente y recordé esta experiencia del domingo 3 de setiembre que relaté como crónica en ViceVersa Magazine: Un ángel en el Lago Prospect. La escribí a manera de elegía y con ella guardo silencio sobre esto en adelante. Que ese ángel que ha regresado del cielo acompañe siempre a quienes le aman y les traiga paz.

martes, 12 de septiembre de 2017

Dos crónicas guatemaltecas: Antigua y Atitlán

Comparto mis dos últimas crónicas en ViceVersa, una sobre Antigua y otra sobre el Lago de Atitlán. Un día Ma me escribió que aún disfruta ese viaje. Eso me alegra los días brooklynianos también.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Espíritu de libertad en media piscina

La luz del final de la tarde iluminaba la piscina de Brooklyn College mientras yo nadaba el jueves. Disfrutaba los reflejos dorados en el agua cuando yo la desplazaba con mis brazadas. Nadaba con ganas, con vitalidad, dándole al agua mi mejor esfuerzo. Resolví superar la distancia que me había propuesto al principio del entrenamiento, aunque tuve que sacar energía de reserva y exigirme un poco más físicamente. Me deleitaba pensando que en la natación siempre vas para el frente, nunca para atrás. Tu última vuelta, tu última patada, tu más reciente brazada ya quedaron atrás. Buenas o malas, no te podés devolver a repetirlas. Solo tenés que dar la brazada y la patada presentes y visualizar las que están por venir. 

"Esto", pensé, "es cultivar el espíritu de libertad". Para vivir la vida en libertad, sin temor - aspirando, por ejemplo, al amor pleno, al amor que te surge de lo más profundo del ser, de las entrañas y del corazón, sin repetir amores a medias, amores frustrados y frustrantes - no podés devolverte. Solo repetirías el pasado. Tenés que vivenciar el presente y forjar futuro, aunque te duela el cuerpo, aunque te duela el alma, aunque te duela el corazón por lo que queda atrás. Tenés que vivir encarando el presente con todo lo que te aparezca e imaginando un buen futuro. Tenés que bracear, patear y vivir en el aquí y ahora, atento a las nuevas posibilidades. Que la Vida nos dé fuerzas a mí y a las personas amadas para hacerlo.