sábado, 30 de marzo de 2019

Mudanza primaveral: Todo cambia

Niall y Clare han sido mis amigos desde que llegué a Brooklyn. Niall incluso fue mi compañero de apartamento cuando ambos nos mudamos a Nueva York. Después ha habido muchos cambios, muchas mudanzas. Pero siempre hemos sido amigos los tres.  Y ellos, felizmente, se casaron.

Hace tres años me pasé del barrio brooklynense de Kensington al de Windsor Terrace para vivir más cerca de ellos. Hemos sido vecinos aquí por casi tres años. Hace cinco meses nació Saoirse, su hija, y hemos sido vecinos los cuatro desde entonces. Han sido mi familia aquí en las cercanías del Parque Prospect.

En este hermoso sábado primaveral llegó el momento de su mudanza a la península de Rockaway. Allí estarán más cerca de la familia de Clare. Esta semana he estado ayudándoles con los preparativos. Me sentí privilegiado de acompañarlos mientras íbamos empacando sus cosas y desmontando un hogar para crear otro. Mientras lo hacíamos, Saoirse nos miraba con sus grandes ojazos azules y nos sonreía. 

Ya les dí el abrazo de despedida y los vi partir. Me quedé un toque solo.

Es tiempo de transformaciones primaverales. Con alegría y valentía les doy la bienvenida.


Todo cambia. Pero no cambia mi amor.

martes, 26 de marzo de 2019

Esperanza al alba

Hoy, como ayer, me desperté antes del alba. Cuando la divinidad de manos níveas acarició mis párpados, yo ya estaba despierto, respirando conscientemente y agradecido por el nuevo día. 

Se siente el renacer de la primavera en el ambiente. Ya se han abierto las primeras flores de crocus, con sus pétalos lila y estambres naraja. Ya cantan los gorriones y ¿los mirlos? Ayer, atravesando el parque Prospect, vi la primera pareja de cardenales volar entre arbustos a orillas del lago. Y yo, después de una ilusión truncada, ya no lamento lo que no viví en la India, sino que espero el alba despierto, con buenas expectativas de lo que me traerá el nuevo día.

Brooklyn Bridge al amanecer (Foto: Schlagenhauf)

viernes, 1 de marzo de 2019

Búsqueda peripatética de la belleza

Mi familia me ha enviado fotos bellísimas de mi jardín josefino esta semana. La bougainvillea veranera está cargada de flores blancas como ángeles. El arbusto frente a la ventana de mi dormitorio por primera vez floreció: sus hijas son lila y se agrupan en manojos colgantes. ¡Y los lirios rojos no se esperaron hasta abril y florecieron en febrero! 

Toda esta belleza brota gracias al cuidado de mis papás, jardineros fieles y amorosos.

Tanta belleza y tanto cuidado me causan alegría. También, si no me cuido, me pueden causar nostalgia, melancolía, tristeza por mi ausencia, más allá de morriñas y saudades.

Para cuidarme, mantenerme presente y sobrellevar esta fase de mi vida peripatética, procuré también belleza brooklynense esta semana. La encontré en dos nevadas leves. Tanto ayer jueves como hoy viernes, al despertar descubrí que durante la noche había nevado. No mucho. Apenas lo suficiente para dejar una capa fina de nieve - a gentle dusting - sobre las aceras, los jardines, las ramas deshojadas de los árboles, los techos. 

En el resplandor intenso de esa capita de nieve bañada por el sol, encontré la belleza que necesitaba para mantenerme presente y atento a mi entorno y al mismo tiempo alegrarme por los florecimientos en mi jardín y el amor de mi familia.

Capita de nieve - Dusting of Snow (Foto: Leonie.Vandekamp)