domingo, 24 de diciembre de 2017

Crónica: La Luna y el Cristo Redentor

Comparto mi última crónica urbana en ViceVersa de este año: La Luna y el Cristo Redentor.  Un esbozo ya había aparecido en estos Apuntes y Postales. Pero acompaño la crónica de una foto del Cristo Redentor que tomé el año pasado, desde el mismo apartamento en que acontece la escena de la crónica, pero al amanecer. En la foto se observa bien la silueta de la mujer-montaña. 

Escribo esto desde La Libélula, en Lagunillas de Tárcoles, Garabito, Puntarenas. Al atardecer apareció un cachito de Luna que sencolgó un rato del cielo nocturno. Ya se acostó y ahora aguardo a la Cruz del Sur. ¡Abrazo, gente querida!

El Cristo y la mujer-montaña al amanecer

viernes, 22 de diciembre de 2017

Cruz de madrugada

Después de la fiestica, salí a mi jardín de madrugada y la busqué en el cielo. Allí estaba, en dirección sur-suroeste, enorme y nítida. Desde que llegué a San José, anduve buscándola en el cielo nocturno pero no la encontraba. En esta época, resulta, la Cruz del Sur aparece ya de madrugada en el cielo josefino. Me alegró verla. Me sentí un poco más en casa. Habiéndola saludado, dormí complacido. Y ya llega la hora de irme a la bajura y verla desde Tárcoles, donde siempre ilumina mis noches.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Esta Vida rica

Hoy reflexioné sobre el último par de años, desde que salí de Brooklyn en diciembre del 2015 para regresar a Costa Rica, revincularme con mi tierra y mi gente, y luego regresar a Brooklyn en agosto del 2016. Para entonces había concluido que la vida que me gusta es peripatética. Recordé dos momentos importantes en ese proceso. En febrero del 2016 escribí: "Estoy donde quiero estar". Y en agosto de este 2017 escribí: "La vida que yo quiero es esta que ya tengo". 

Recordé esos dos momentos porque volví a experimentar esas sensaciones hoy. Estaba sentado en mi escritorio leyendo los trabajos finales de mis alumnxs. Los ensayos de mis estudiantes del curso de filosofía americana me complacían bastante por su calidad. Por ratos, para distraerme y descansar la vista, miraba desde mi rinconcito de trabajo hacia mi jardín. Contemplaba los geranios, las plantas y el rosal con sus flores magenta. El sol me acariciaba los pies. Maya me visitaba por momentos y me miraba con sus ojitos pedigüeños de caricias. 

Sentí bienestar. Sentí esperanza en el poder del amor para generar y regenerar relaciones íntimas y signficativas. Sentí cosquillas en los pies cuando me caminaron unas hormiguitas por ellos.  Sentí sed y me tomé un agua de pipa (agua de coco) fresca.

Pensé y sentí de nuevo que estoy donde quiero estar y que la vida que yo quiero es esta que ya tengo. Así como está mi Vida, está muy rica.

Maya, en mi jardín, junto a mi rinconcito filosófico-literario

lunes, 18 de diciembre de 2017

Despertar presente en casa

Esta mañana abrí los ojos cuando la claridad tropical ya se filtraba por las persianas e iluminaba mi dormitorio. 

Observé algunos de mis objetos personales: el tejido de algodón que me hizo mi tía Yaya usando una técnica japonesa; el cuadro de un chiquito y una chiquita afrocostarricenses leyendo juntos que me dedicó el artista Adrián Gómez; el dibujo de tres bailarines sufíes que me trajo M de Estambul; el desnudo de una mujer pelirroja de voluptuoso cuerpo verde, amarillo y azul (grabado del artista Gustavo Serrano, inspirado en una puesta en escena de la obra de teatro Yerma de García Lorca, dirigida por Tatiana de la Ossa con actuación de Moy); la balsita artesanal que traje de uno de mis viajes por amor a la Amazonía brasileña; y los caracoles que recogí de una playa del pacífico ecuatoriano. También observé el rinconcito donde escribo.

Mientras observaba mi entorno íntimo me di cuenta de que por primera vez me sentí plenamente presente y en casa desde que aterricé en San José la semana pasada.

Esa es una de las cuestiones con la vida peripatética entre las tres Américas que estoy intentando: a veces viajo tanto y experimento tantos encuentros y desencuentros, saludos y despedidas, en tan corto plazo, que me siento emocional y mentalmente desintegrado y dividido entre tres lugares al mismo tiempo, sin estar enteramente presente en ninguno. Cuando eso sucede, demoro un tiempo en reintegrarme y sentir que estoy entero y presente en el aquí y ahora.

En cuestión de tres semanas viajé de Brooklyn a Río de Janeiro, de allí a Vitoria y de vuelta a Río donde participé de una conferencia, regresé a Nueva York con escala en Panamá, terminé de dar clases en Brooklyn y me vine a Costa Rica. 

En el camino abracé tanta gente querida, conocí tanta gente nueva, conversé tanto, escuché tantos amores y desamores, alegrías y dolores, viví los míos propios, y llegué a la cuna de mi ser a estar con mi familia: Viví tanto, digo, que parte de mi corazón y de mente aún se hallaban en Río de Janeiro, Vitoria y Brooklyn mientras el resto ya estaba en San José.

Esta mañana, sin embargo, me sentí presente en el aquí y ahora. Estar presente es el principio fundamental para disfrutar esta vida peripatética. Si ando dividido, desintegrado y parcialmente ausente, se me complica esta vida. Hay que estar entero, íntegro y completamente presente.

Todo tiene su tiempo y su lugar: este es el momento de hallarme presente en mi casa en San José, compartiendo con la gente que quiere estar conmigo aquí. Ya vendrán otros tiempos para otros lugares y personas.


El rinconcito donde escribo

domingo, 17 de diciembre de 2017

Luz aprendiendo neurociencia

Toco el timbre para alertarla de que he llegado, abro con mis llaves y entro a su casa. Está al fondo de la sala, sentada frente al televisor. Me vuelve a ver, me reconoce, se le ilumina la mirada y me dice:

--Diay Danielito, ¿cómo está? Qué dicha que ya vino.

Me acerco, le doy un beso en la mejilla y un abrazo y me siento a conversar con ella. Sentada en su sillón, estira las piernas y apoya los pies sobre una canasta de mimbre. Se cubre los pies con una frazada de lana. Ha hecho mucho frío por la tarde y ya ha caído la noche, con su gélidos aires decembrinos. Es mejor que se abrigue. 

Viste un vestido negro con estampas albirojas y una suéter blanca. La noto un poquito más canosa pero sus ojos brillan. 

Me cuenta que está leyendo un libro sobre la relación entre los pensamientos, las emociones, la actividad cerebral y las reacciones en los distintos sistemas del organismo. Es un libro de divulgación científica, de neurociencias, que le regaló Mami. Mi abuela Luz está fascinada con lo que ha aprendido.

--No crea, hay partes que tengo que leerlas hasta cuatro veces para entender, pero voy aprendiendo--, puntualiza.

Además, me dice, hay temas que se los explica en cartas a mi primo Leo, quien anda en un retiro espiritual y educativo por un tiempo en el norte del país. Osea, que mi abuela sigue estudiando para compartir lo que aprende.

Yo la veo y me admiro. Ya se va acercando a los noventa años. Siempre le ha gustado leer, sacar apuntes y escribir sus reflexiones y conclusiones para compartirlas con su familia y relaciones cercanas. Antes lo hacía con literatura y textos bíblicos. Pero ahora anda escudriñando las ciencias. Yo le aplaudo.

sábado, 16 de diciembre de 2017

Crónica: Sentir y festejar en Praia Vermelha

Comparto mi crónica de esta semana, Sentir y festejar en Praia Vermelha, publicada en ViceVersa Magazine. Combiné y revisé un poco un par de entradas recientes de mis Apuntes y Postales. Comparto mi propia fotografía, digamos que para darle un toque más personal a esta entrada. 

Ahora, ya en Costa Rica, me voy a ver una película brasileña, As duas Irenes, como parte del Festival Internacional de Cine de Costa Rica.  Até logo, gente linda.

Pão de Açucar, Praia Vermelha y Bahía de Guanabara

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Samba de la bienvenida

Al sobrevolar las filas de montañas y el verde valle que son cuna de mi ser, decidí que esta vez quería escuchar un samba para aterrizar. No un samba triste, sino uno alegre. 

Escogí O Sol Nascerá (A Sorrir) de Cartola, el samba favorito de Analúcia, una paulista con alma de carioca, sonriente y dulce, cuyo nombre invocaba luz, a quien conocí en una época en que ella buscaba alegría y yo podía compartirla. 

A sorrir
Eu pretendo levar a vida
Pois chorando
Eu vi a mocidade
Perdida


Finda a tempestade
O sol nascerá
Finda esta saudade
Hei de ter outro alguém para amar.

En un mismo corazón caben desamor y esperanza, desilusión y agradecimiento, perdón y amor, tristeza y alegría, como la alegría saudadosa de este samba.

Lo escuché en mis audífonos mientras miraba la luz del sol de media tarde dorar el verde del paisaje.

Aterrizamos, salí del aeropuerto, recibí el abrazo cariñoso de Pa y Ma, y con ese samba latiendo en mi corazón, dejé que el sol naciera en mi corazón y que su luz tropical iluminara mi alma.

lunes, 11 de diciembre de 2017

Samba de la despedida

Ha sido un hermoso y melancólico día de invierno. La oblicua luz del sol iluminaba un campus universitario que me parecía ya vacío.

Terminé de dar los cursos del semestre y me despedí de mis alumnxs. 

Le dije hasta pronto al estanque de lirios acuáticos, ya cubierto por una fina capa de hielo. 

Y me fui.

Ya en mi barrio, cené con Niall, Clare y Elysia para despedirme. Niall, mi hermano brooklyniano, andaba enfermo pero igual vino a encontrarme. Ese gesto y la compañía de C y E me rescataron de un posible naufragio afectivo. Compartiendo comida beduina nos festejamos y nos deseamos felices fiestas. Después cada uno tomó su rumbo.

Ya en mi cuevita, terminé de empacar. Conversé con mis plantas suculentas, deseándoles felices fiestas también. 

Y ahora escucho este samba en la voz de Maria Rita:

Antes de me despedir
Deixo ao sambista mais novo
O meu pedido final:


Não deixe o samba morrer
Não deixe o samba acabar
O morro foi feito de samba
De Samba, prá gente sambar...


No dejés al samba morir. Ni al forró. Ni a la cumbia. Ni al merengue. Ni a la salsa.  Ni al bolero.

Aunque tu corazón desfallezca y te decepcionés de vos mismo, no dejés al samba morir.



domingo, 10 de diciembre de 2017

Crónica: La cumpleañera de Ipanema

Sigo trabajando en silencio. No tengo ganas de hablar. Al menos el cielo se ha despejado y el reflejo de los rayos de sol en la nieve inunda mi cuevita de luminosidad. Comparto, mientras tanto, esta crónica urbana, La cumpleañera de Ipanema. En cada lugar hay personas con historias enriquecedoras. Y cada persona tiene historias para enriquecernos.

sábado, 2 de diciembre de 2017

Saidera en Santa Teresa

Saidera quiere decir el "zarpe", es decir, el último trago antes de irse. 

Junto con Prí, mi colega carioca, bebí una Bohemia acompañada de aipim frito (yuca frita, yo la conocía como mandioca o macaxeira en portugués) en Santa Teresa, barrio bohemio engarzado en los cerros de tal forma que ofrece vistas espectaculares. El aire frío y la neblina le daban un aire serrano al barrio. Nos tomamos una segunda Bohemia, la verdadera saidera y nos despedimos alegres.


Ya en casa, en Botafogo, vi el Cristo en la cima del Corcovado y una luna enorme sobre la cadera de la montaña con silueta de mujer. Me despedí agradecido. Hasta pronto.

Festejar en Praia Vermelha

Apenas acaba el congreso, nos vamos a celebrar. Decidimos hacer nuestro banquete a la orilla de la playa. 

En vez de Diotima, Sócrates, Aristófanes y demás, llegamos a este banquete filósofxs de todo el Brasil y uno de Tiquicia. Y no estamos en Atenas sino en Praia Vermelha, una playita linda y escondida de Botafogo. 

La noche está sabrosa y tibia, la brisa fresca, el romper de las olas suave y constante, la arena amarilla aún conserva el calorcito del día. Brillan las estrellas. Un cerro de roca maciza me impide ver la Cruz del Sur, pero sé que allí está. 

Primero nos sentamos en la terraza de un restaurante, bajo un enorme almendro de amplias ramas, a comer una pizza de palmito y beber una cerveza Original.

Luego salimos a la playa. A un vendedor ambulante le compramos latas de cerveza Antártica y nos ponemos a conversar. Para mí alegría, estoy con filósofxs que no hablan de teoría abstracta sino que analizan su Brasil, nuestra Latinoamérica - nuestra cultura, nuestros desafíos. 

Cantamos "Aquarelas do Brasil" abrazados. Me sorprende saber casi todos los versos. Luego, de manera más contestataria, escuchamos la interpretación de Elis Regina de "Querelas do Brasil" mientras, ya de madrugada, continúa el romper de olas y el fulgir de estrellas.