sábado, 31 de marzo de 2018

Un brote de lavanda

Se levanta el banco de niebla. Aurora se muestra luminosa, vestida de azul cobalto con trazos naranja y magenta. 

Salgo a caminar por el Jardín Botánico donde han florecido crocos lila, eléboros rosa, camelias escarlata, níveas magnolias, jacintos púrpura y un narciso amarillo. 

Entre todas estas flores un brote de lavanda me embelesa con su mirada de embrujo. Me seduce  con su aliento mentolado,
como si me prometiera un refrescante beso. Y se mece al ritmo de la brisa primaveral, como si me invitara a bailar en este sábado hermoso.

Bohemio y poeta, acepto su invitación: ¡A bailar que es sábado de Primavera! 

Brote de lavanda (Foto: Sherri)

miércoles, 28 de marzo de 2018

Ensoñaciones frente a lagos y estanques

Pocas veces he visto tan calmo al Lago Prospect como esta noche. Me detuve en su orilla cerca de las 9 PM, después de un larguísimo día en el campus. Había dado tres clases, observado otra más y escuchado una conferencia conmovedora de Edwidge Danticat, escritora haitiana. Luego había asistido a la recepción y cena tras la charla y conversado por un par de horas con mis amigos Miguel, sevillano, y Vanessa, puertorriqueña. La comida haitiana estuvo deliciosa pero mi energía para pensar se había agotado ya cuando llegué al lago a meditar. Necesitaba entregarme a mis sentidos sin pensar más. 

Me deleité al observar el lago sereno como si fuera un espejo negro y líquido en el cual se reflejaban las luminarias amarillentas de los senderos del parque y las siluetas de los troncos y copas de los árboles aún sin hojas. Ni siquiera medité. Solamente observé y me dejé llevar por ensoñaciones. Estaba tan lisa la superficie del lago que me recordó al estanque de la Plaza Hearst en el Lincoln Center, uno de mis lugares favoritos en Manhattan, o el estanque de los lirios en Brooklyn College, otro de mis lugares favoritos.
 
Me doy cuenta de que siempre ando en busca del agua, sea en ambientes naturales o artificiales. Lagos y estanques: en ellos encuentro belleza, gozo e incluso el Bien, como en mi crónica de esta semana, "El agua y el Bien: Tao Te Ching 8". Sé que esta noche dormiré tranquilo, con sensaciones acuáticas en mis sueños.

Reflejos en el estanque de Plaza Hearst, Lincoln Center (Foto: Mr Inky)

martes, 27 de marzo de 2018

Padre, hija y prójimo: Simplicidad lúdica

Anochecía. Una chiquita y su papá se bajaron de su carro mientras yo ascendía la leve pendiente por Avenida 10 hasta mi Calle 17. La chiquita, blanquita de ojos azules y cabello rubio recogido en colita, tenía unos tres años. Jugaba en su imaginación pues había saltado del carro a la acera y andaba de puntillas y sigilosamente, como tigresa acechante en medio de una selva imaginaria. Su papá caminaba despacio detrás suyo. Los alcancé y rebasé. Cuando pasé al lado de la niña, la miré, me miró con luz de zafiros en la mirada y se rió con inocencia. Miré al padre y le sonreí. Continué caminando y la niña me alcanzó corriendo de puntillas, dando pasitos cortos pero rápidos. En la esquina estiró sus brazos hacia arriba y exclamó: Alright! Se detuvo, me miró y encorvó su columna, como si se escondiera en la selva imaginaria de nuevo, tigresa lista para atacar. Allí terminó nuestro juego conjunto. Ese pequeño momento lúdico llenó mi día de encanto infantil.

"Será como la luz matinal. 
Como el resplandor del sol en una mañana sin nubes. 
Como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra". 

Padre e hija (Foto: David Moreno Fernández)
      

domingo, 25 de marzo de 2018

Crónica: Daoísmo y amistad

"Hay amigos y amigas del alma que con una frase, o un verso, te aclaran la vida". Hace años mis amigos Niall y Leti, cada uno a su manera, me enseñaron sobre el camino daoísta. Acá comparto mi crónica al respecto: "Daoísmo y amistad: Niall Connolly en el Rockwood". Me llama la atención que Flavia, la directora de arte de ViceVersa Magazine y por tanto quien escoge las imágenes que acompañan mis crónicas, interpretó mi reflexión como una forma de dejar libre a quien uno ama. Por ello esta imagen: una rosa roja como la pasión yace solitaria sobre la arena grisácea frente a un mar de tonos mate. Tiene razón Flavia, la reflexión es en gran parte sobre ello. Pero es sobre algo más. Es sobre vivir sin luchar afanosamente por lo que no es para vos: no tenés que "conquistar" nada ni a nadie. Lo que podés hacer es disfrutar lo que sí es para vos porque viene naturalmente, sin resistencias, sin objeciones, sin dudas, sin obstáculos. Es sobre dejar que la Vida y sus ritmos fluyan y fluir con ellos, no en su contra. Es ser, dar y recibir con naturalidad, sencillez y suavidad.

Un amor frente al fluir de la Vida (Foto: Marco Verch ©)

sábado, 24 de marzo de 2018

Las estrellas de la Tierra

Abrí con emoción el paquete que me llegó por correo. Emily me envió su nuevo poemario, The Stars of Earth. En realidad es una selección de los mejores poemas de sus tres obras anteriores más un poemario nuevo, A Year (2016)

En la primera página de mi ejemplar, la poetisa me ha firmado una dedicatoria: "Para Daniel con agradecimiento por tu Loving Immigrants in America. Mis mejores y más cálidos deseos, Emily". 

Es una honra y un gozo recibir este regalo. Emily ha sido mi profesora, mentora y amiga por muchos años. Conocí su poesía y filosofía, su sensibilidad e inteligencia, su amor por su esposo y sus cuatro hijos, durante mis años de estudiante en Pensilvania. Desde entonces hemos mantenido una enriquecedora correspondencia. Somos de las pocas personas que todavía escribimos cartas, que encontramos en la correspondencia una manera de conversar y cultivar una amistad. Ella comparte conmigo el cuidado y cariño que hay en sentarte y escribirle a alguien de tu puño y letra un mensaje irreproducible, irrepetible, íntimo, como si le hablaras solo a ella, sabiendo que la carta demorará en llegar, que enviarla es un acto de fe y de confianza tanto en los ángeles que llevarán el mensaje como en la amistad que da sentido a la carta. Justamente porque demorará en llegar es que la carta tendrá valor.

Esta noche he decidido empezar a leer sus poemas desde el principio, desde su primer poemario, The River Painter (1984), el único que no he leído. Es el poemario de su juventud.

Ya he leído algunos poemas y he descubierto una mujer apasionada, aventurera e inteligente que viajaba por Inglaterra, Grecia y Francia, enamorada del mundo, rebosante de sensualidad, abierta a las posibilidades de los sentidos y del intelecto mientras caminaba por las montañas y los bosques, andaba en bicicleta por pueblos, ciudades y campiñas, estudiaba en bibliotecas y cenaba en jardines.

Sus versos me hacen pensar en una muchacha joven, llena de vitalidad, que quiere abrirse al mundo, que viaja y sueña, que florece y se deleita. 

Leeré con deleite yo también y viajaré a través de los versos de Emily. Compartiré lo más notorio que descubra.

El poemario y la orquídea

viernes, 23 de marzo de 2018

El cantante y la maestra: cena y tertulia con amigos

Había caído la noche y la tormenta continuaba derramando nieve y paz sobre Brooklyn. Albergado en mi cuevita cálida tras una caminata invernal, yo preparaba la cena para mis visitas. Cocinaba mi comidita casera de siempre: tomate y aceitunas en aceite de oliva y zaatar, arroz blanco, vegetales al vapor, trucha, berenjena al ajo, alcaparras y cúrcuma. Mis amigos ya saben que soy sencillo pero cariñoso. Mientras preparo la trucha tocan el timbre. 

Son ellos, mis vecinos y amigos del alma. Los recibo con abrazos de alegría. Él es un pelirrojo y barbudo cantautor irlandés. Ella es una maestra escolar de arte, de cabello castaño con toques de caoba, piel nívea y ojos verdes en forma de avellana. Cada uno es un tesoro cósmico de amistad y generosidad. Juntos son un presente divino, una dosis vital de alegría en mi vida brooklyniana. Se quieren, se entienden, se apoyan, se complementan. Se nota. Me dan esperanza. Cenamos, tertuliamos, nos reímos, disfrutamos. 

Escuchamos a Puerto Candelaria, Monsieur Periné, Calle 13 y Ladama Project. Cuando toca "Una tarde de sol" de Manolo García en la lista de canciones, le digo a ella que las letras de Manolo me recuerdan a las de su esposo irlandés. La sensibilidad de ambos ante las personas anónimas y sus historias mínimas es similar. Ella, que habla español, escucha con atención.

Continuamos la tertulia un rato más. Cuando se marchan, mi corazón rebosa de gratitud y gozo. "Guardo una tarde de sol por si hace falta", canta Manolo. Y yo guardo una tertulia de noche invernal para otras noches solitarias.

Caminata antes de cenar en casa con amigos

jueves, 22 de marzo de 2018

Dos hermanas en la colina

La tormenta continúa cubriendo mi mundo broklyniano de blanco. Me abrigo, calzo mis botas y salgo de mi cuevita a caminar por el parque Prospect al final de la tarde. Escucho el peculiar sonido seco de la nieve al compactarse bajo mis pisadas. A la orilla del lago me detengo y medito mis oraciones por la gente que amo. Contemplo la belleza cruda del lago marrón encrespado por el viento, del cielo gris pálido que derrama sus tristezas y de la nieve acumulándose en los troncos y ramas de robles, cipreses y otros árboles. Lo hago con una forma serena del deleite. 

Aún junto a la orilla me doy vuelta y miro a los niños colina arriba delizándose en trineo por la pendiente. Se divierten. Me fijo en una niña de unos cinco años. Ya se ha lanzado y ahora intenta cargar su trineo colina arriba. Lo intenta con todas sus fuerzas pero no lo logra. Se cae. Se pone de pie. Hala con toda su fuerza y se cae de nuevo. Por momentos se queda tendida en la nieve. Pero se incorpora y lo intenta de nuevo. Fracasa. Entonces llega su hermana, una niña de unos nueve años. También se ha lanzado y carga su trineo colina arriba. Al ver a su hermanita luchando contra la nieve y la gravedad, se le acerca, toma su trineo y arrastra ambos colina arriba. Su hermanita la empuja por la espalda para ayudarla. Conquistan la cima y juntas se deslizan colina abajo de nuevo en sus trineos.

Observen a la niña halar el trineo y caerse al final

miércoles, 21 de marzo de 2018

Nieve y begonias

La nieve cae en copos gruesos y grandes. Danza en el viento y gira antes de posarse sobre el plátano de sombra frente a mi ventana o en los rosales y la enredadera del jardín trasero. Cubre de blanco y silencio a mi mundo brooklyniano. Entonces mi Jardinero Fiel me envía una foto de las begonias en el patio de luz de nuestra casa familiar en San José. Son angelitas níveas de corazón dorado. "Su sabor es ácido", me escribe. "¿Cuándo las habrá probado?", pienso yo que sólo recuerdo el dulce sabor de las amapolas rojas. Cuando era chiquito, chupaba su néctar en el antejardín de casa de mis abuelos Hernán y Luz. Hoy quisiera probar el ácido sabor de las begonias en nuestras casa tropical. Pero no siento nostalgia: la nieve boreal me regala su pureza y serenidad.

Begonias en claroscuro (Foto: R. Campos)

lunes, 19 de marzo de 2018

Lo simple y esencial

Hay días como hoy en que la Vida te recuerda lo simple y esencial: el cuidado de tu madre, el abrazo de tu padre, el calor de tus amigos, el cariño de la amiga que vive en tu corazón, la sonrisa de tu hermana, la voz de tu otra hermana, el Amor que nos une. Por todo esto, en la paz y quietud de mi casa doy gracias.

Xinia (Foto: Tracey)

domingo, 18 de marzo de 2018

Crónica: Dos amigos en Mayrose Park

Comparto mi crónica de esta semana, Dos amigos en Mayrose Park. Ya había esbozado un borrador de la escena en estos Apuntes y Postales pero al pulirlo me di cuenta de que el señor desamparado es un ángel del amparo. Desposeído y sin albergue, sólo tiene amistad para ofrecer y es el regalo más valioso que hay.

Foto: hapal

viernes, 16 de marzo de 2018

El Amor en todas partes: Tres encuentros en Park Slope

Empezó a cantar y la proyección de su voz en el interior del vagón del tren me sorprendió. Un anciano afrodescendiente, calvo y de columna encorvada, que caminaba con bastón, dando pasitos cortos, cantaba a cambio de limosna. En su mano llevaba un vasito de cartón en el que recogía las ofrendas de quien quisiera agradecerle su interpretación poderosa de la canción "Stand by Me" de Ben King:

  When the night has come  
  And the land is dark  
  And the moon is the only light we'll see  
  No I won't be afraid, No I won't be afraid  
  Just as long as you stand, stand by me.

Nos pedía que lo amparásemos, que lo acompañáramos. Su voz vital y potente me conmovió. Cuando el tren se aproximaba a mi estación en Park Slope me acerqué y le dejé mi ofrenda en su vasito. Me dijo "Thank you", pero quien le agradecía era yo.

Ya en el Kos Kaffé, uno de mis lugares de lectura favoritos, se me ocurrió enviarle un mensajito a Tami-san, mi amiga peruana, para ver si podía y quería tomar un café conmigo. Pudo y quiso. No nos veíamos desde noviembre. Me vino a encontrar y conversamos a gusto sobre la vida y el amor mientras el sol de media tarde iluminaba nuestros rostros. Luego ella volvió a su casa y yo a mi libro, el Tao Te Ching.

Ya al final de la tarde pasé por la pescadería de 5th Avenue, donde saludé a la pareja del sureste de Asia que me vende el pescado más fresco de estos barrios. Me gusta ir porque nos reconocemos y me cuidan consiguiéndome frutos frescos del mar. Compré halibut y bronzino y me despedí agradecido.

Y al remontar la calle 9, casi al entrar a la estación de metro en 7th Avenue, reconocí a una mujer sonriente -- cuyos ojos, nariz y rostro redondo heredó su hija -- y la saludé. Ella no me reconoció. No tenía por qué. Ha sido por los misterios de la Vida, y sus historias entrelazadas, que muchas veces he pedido por ella y su familia al meditar en silencio mis oraciones a orillas del Lago Prospect. Le tengo cariño sin que lo sepa ni me haya reconocido. Pero me presenté de nuevo y ella fue atenta y cálida.

Han sido tres encuentros -- uno anónimo, otro entrañable, otro espontáneo y sincero -- en una tarde cualquiera de invierno tardío. Me han recordado que el Amor, si lo sabés apreciar y cultivar, está en todas partes. With Love we stand by each other.


jueves, 15 de marzo de 2018

Gratitud: Niall y nuestro ángel

Hoy Niall Connolly nos visitó en el campus. Lo invité para conversar sobre su arte como cantautor con mis alumnxs de un seminario sobre creatividad. Cuando él estaba a punto de iniciar su recital para mis estudiantes, sonó la alarma de incendios. Salimos al patio central del campus y allí nos encontramos con un ángel que nos guió en una aventura de cinco minutos por el campus. 

Regresamos a la sala de aula con la espontaneidad al tope. Entonces le sugerí a Niall que comenzara el recital con su canción "No Cause for Alarm". Luego tocó "Neighbour"  y conversó sobre cómo mezcla su vida y sus observaciones con sus letras. Continuó con "Brooklyn Sky," mi alumna G le pidió "A Song for James Connolly" sobre el líder obrero irlandés, y cerró con "Open Your Eyes," un poema a la belleza del momento presente y espontáneo. Ha sido mi mejor clase en mis años en Brooklyn.

Después del recital, nuestro ángel nos atendió con cariños y cuidados. Nos sirvió café y galletitas y nos acompañó con su agradable e inteligente conversación. Y hasta nos llevó a casa. 

Yo disfruté el momento presente con dos personas amadas: "Open Your Eyes!"

Sentí gratitud con Niall y con nuestro ángel de la guarda y con las bendiciones inesperadas que cada día me trae.

domingo, 11 de marzo de 2018

Tres días en Indianápolis

Aterricé sin conocer a nadie de Indianápolis. Mi primera conversación fue con Trevor, un taxista jamaicano que ha vivido treinta y siete años en Indy y cuya historia, según me la contó en veinticinco minutos, da para una buena crónica urbana. 

Ya en la conferencia de filosofía americana me encontré con tanta gente querida que me sorprendió cómo se me llenó el pecho de calorcito alegre, a pesar del frío cruel del invierno en el heartland de la Yunai: las comadres chicanas, Kim y Manuela; los muchachos de la frontera, López, Reyes y Orosco; Di, mi amigaza colombiana; Sergio, el chilango emigrado a Denver; Bob, Roger y Michael, tres de los gringos más gentiles y sensibles que conozco; Kathy, bostoniana quien fue campeona mundial de baile de salón; Scott y Erin, quienes me apoyaron cuando empezaba a estudiar filosofía; Goyo, mi mentor texarriqueño, un boricua transplantado a Texas; Stephanie, la joven profe boricua de gran sagacidad intelectual; Mariana, chilena-brookliniana, filósofa lírica y un tanto pesimista, y su esposo Alex, mis amigos de tantos años. 

En tres días no vimos mucho de Indianápolis, excepto algunos de sus bares en sus barrios más bohemios, pero conversamos mucho, un poco de filosofía, otro poco de literatura y un montón de la vida.

Hoy despegó mi vuelo y vi a Indianápolis sosegada y luego las planicies de Indiana y Ohio, las montañas nevadas de mi Pensilvania, donde conocí tanta gente querida, las montañas de Nueva York y ya la costa, la isla de Manhattan, el estuario del Hudson, la bahía, mi Brooklyn, su playa Coney Island, el Parque Prospect, mi barrio Windsor Terrace, mi antiguo barrio Kensington y Sunset Park, adonde late mi corazón. 

Vi todo esto y me sentí rico en el amar y el querer, en amistades y vivencias.

Pensilvania desde el aire (Foto: m.)
 

viernes, 9 de marzo de 2018

Crónica: Hielo, brumas y risas junto al Lago Prospect

Mi crónica urbana de esta semana, "Hielo, brumas y risas junto al Lago Prospect," relata tres experiencias recientes a orillas del lago. Las esbocé primero en estos Apuntes y Postales. Cerca de ese lago he vivido todo tipo de experiencias. Quien allí ha estado conmigo vive en mi corazón. En quien allí he pensado, también. Y miles de personas desconocidas me han acompañado.

Lago Prospect en Febrero del 2017

martes, 6 de marzo de 2018

Agua y fuego: Poema fallido

¿Me gustás, ninfa del agua, porque soy de fuego? 

O: ¿Al nadar te busco, ninfa del agua, porque mi corazón es de fuego? ¿Porque mi cuerpo arde?

Quería empezar un poema pero no logro.  Ni siquiera me sale el primer verso. 

Es que mis sentidos, mente y corazón se orientan siempre hacia el agua, buscando quizá a mi ninfa, y por eso me gusta nadar en mares, lagos, ríos y hasta en piscinas.

Ulises, cuando naufragó, nadó con todas sus fuerzas para alcanzar tierra. Cayó desmayado en la playa de un estuario. Y las ninfas del río le acogieron, le cuidaron, le vistieron.

¿Y vos, Ninfa? ¿En cuál mar estás? ¿En cuál playa? ¿En cuál estero? Fuego soy. Lo sabés. Te busco en el agua.

Agua y fuego en Playa Zipolite, Oaxaca, Pacífico mexicano (Foto: Ara Aviña)

viernes, 2 de marzo de 2018

Es invierno aún: Tormenta y crónica

"A los lirios les gusta la lluvia", he pensado durante todo este viernes de tormenta en Brooklyn. Lo sé porque me lo contó una ninfa.

Hoy no los fui a visitar, como sí lo hice hace quince días, antes de escribir la crónica de esta semana, "Invierno en el Jardín Botánico de Brooklyn". Sin embargo pensé en ellos, allá en su estanque, disfrutando la lluvia. 

Y como perpetuo aspirante a poeta romántico, salí a caminar por el Parque Prospect. Quise experimentar la tormenta: sentir las gotas frías de lluvia en mis manos y las ráfagas de viento en mi rostro. Cuando la lluvia se convirtió en nieve, quise observar los copos danzando en el aire y escuchar el canto del invierno entre las ramas sin hojas de robles y olmos. 

Marzo ha llegado. Es invierno aún. Como relato en la crónica, intento vivir el presente y disfrutar su belleza, no adelantar estaciones, ni anticipar la Primavera, ni forzar experiencias, ni precipitar florecimientos. Todo a su tiempo. Hoy disfruté el día que el invierno me trajo.

Y ahora a disfrutar la noche: aspiro a poeta romántico pero no soy trágico. ¡A bailar con Yotoco!

Las flores rebeldes de mi crónica invernal

jueves, 1 de marzo de 2018

Celina y Alanis

"En una relación siempre hay uno que quiere y otro que se deja querer". Algo así dice el enamorado de Celina, personaje principal, en la película Cómo funcionan casi todas las cosas (Argentina, 2015). Celina es una trabajadora de peaje en una carretera o ruta de San Juan, Argentina, que ya casi ningún vehículo recorre. Cuando su padre fallece y ella decide ir a Italia en busca de su madre, a quien nunca conoció, el enamorado se enoja tanto que la insulta y la deja violentamente. En realidad, no sabía quererla. Celina, falta de amor, sola en el mundo, busca su camino y poquito a poco lo encuentra.

Recordé esta película mientras miraba otra, Alanis (Argentina, 2017) en el festival de cine latinoamericano Neighboring Scenes del Lincoln Center. Alanis es una muchacha de Cipoletti, Río Negro, que llega a Buenos Aires embarazada y embaucada por un tipo para trabajar como prostituta. La película nos muestra tres días en la vida de la muchacha. Ya ha nacido su hijo y es trabajadora sexual en un apartamento que comparte con una amiga. Pero una intervención policial, en vez de ayudarla, la lanza a una situación aún más peligrosa y precaria en las calles de Buenos Aires. Alanis, falta de amor, sola en el mundo, busca su camino pero no lo encuentra. Y sin embargo, es valiente, resiliente y amorosa. Cuida a su hijo como una leonesa en medio de la indiferencia e hipocresía social.

Después de la proyección, en la recepción inaugural del festival, comenté la cinta con Deb, Iza y Fla. Es un filme duro, realista. Las amenazas de desempleo, violencia, explotación y secuestro del hijo se sienten en todos los rincones. Sabés que la chica es fuerte pero no encontrará salida en su contexto social y político.

Ahora pienso en Celina y Alanis: dos mujeres solas, vulnerables, perseverantes, valientes, amorosas, sensibles. Quieren y merecen que las sepan querer.