jueves, 30 de noviembre de 2017

Sentir en Praia Vermelha

Durante uno de los intervalos del congreso sobre filosofía y género en la Unirio, salgo del campus y camino hasta la cercana Praia Vermelha. Es una playita pequeña y tranquila incrustada entre cerros de piedra maciza. En una de las puntas que delimita la playa se eleva el imponente cerro del Pão de Açucar rodeado de bosque en sus laderas bajas. En la punta opuesta. pescadores se paran en las rocas a lanzar sus cuerdas y anzuelos. Al frente se observa la entrada de la bahía de Guanabara. La arena es amarillenta. El agua es esmeralda cuando el cielo se despeja y plateado cuando las nubes predominan. Se escucha el suave romper de olas, el aleteo de aves al levantar vuelo y el viento. Huele a sal, a mar, a vida aventurera de errantes pájaros marinos. El viento es fresco y se me eriza un poco la piel. Miro, escucho, huelo, siento. Dejo de pensar un rato y vivo. 

Crónica: Caminata por el Jardín Botánico de Río

La caminata por el Jardín Botánico que relato en está crónica la hice en mi visita anterior a Río de Janeiro. Aproveché para narrarla ahora en ViceVersa. Sin embargo, el punto de la crónica aún vale: me gustan los cantantes anónimos y las poetisas secretas. Éstas escriben en el silencio de su intimidad. Cuando te muestran un verso, una oración suya escrita a mano en su cuaderno, te muestran su alma, su ser, su corazón de poetisa. Es un regalo invaluable y precioso que siempre debés agradecer y atesorar.

lunes, 27 de noviembre de 2017

Flamengo - Santos en un boteco de Botafogo

Ayer aterricé en la maravillosa Río de Janeiro al final de la tarde. Tras instalarme en mi apartamento en Botafogo, salí con toda la intención de hacer compras en el supermercado para poder cocinar esta semana. Pero cuando llegué al mercado, ya había cerrado.

En cambio, en mi boteco (cantina de barrio) favorito en Botafogo, Aguia dos Andes, había ambiente futbolero. La torcida local del Flamengo se había reunido para ver por televisión el partido de fútbol Flamengo - Santos. El club Flamengo es de Río de Janeiro, el Santos es paulista y yo soy torcedor santista. Si el Santos empataba en cancha del Flamengo, "clasificábamos" a la Copa Libertadores.

Entonces, naturalmente, me olvidé de buscar otro supermercado y escogí una mesita discreta para ver el partido en mi boteco. Silenciosamente procedí a torcer por el Santos mientras bebía una cerveza Bohemia (mi favorita en Brasil, una pilsen) acompañada de bolinhos de bacalhau - una boquita de bacalao que seguro los brasileños heredaron de los portugueses.

Tranquilito me quedé viendo el partido. Y vaya alegría: aunque el Flamengo nos bailó, se dedicó a botar goles, y el Santos, que sólo hizo dos remates a marco, ganó 1 - 2. Pobres flamenguistas del barrio, estaban desesperados. 

Yo, en silencio, sonreía, en parte por el fútbol pero principalmente porque me sentía feliz en este ambiente carioca y dominguero. En Botafogo me siento en casa.

domingo, 26 de noviembre de 2017

Café espresso y amigable

Renato, mi amigazo, se ha comprado una maquinita de hacer café espresso y cappuccino. Yo viajé a Vitória con cafecito Triángulo de Oro, de allá, de Calle Blancos. Desde que llegué y le entregué el café, Renato se esmeró en hacer un buen espresso para mí y un buen cappuccino para él mismo varias veces al día. 

Generalmente yo estaba distraído, conversando con Franci, Lucas o algún amigo de visita en casa de ellos. Pero esta mañana cuando me levanté, Fran y Lucas aún dormían y Renato leía epistemología en el sofá. Le di el "bom dia" y él me preguntó si quería un café, pues estaba esperándome para que lo tomáramos juntos. Le dije que sí.

Se alegró y procedió. Me di cuenta que para él es un ritual preparar el espresso. Es un cuidado que me ofrece. Limpia la máquina, prepara el agua, la leche, el café en polvo. Coloca todo en su lugar. Se esmera en cada detalle. Primero aprovecha el vapor para espumar la leche. Coloca la espuma en su taza. Luego coloca ambas tazas en la máquina y hace el espresso. El mío queda puro. El suyo, como cappuccino. Añade un poquito más de espuma y listo. 

Me sirve mi taza, se sirve la suya y tomamos el café juntos, hablando de filosofía viva y de vida filosófica.

Con ese detalle y muchos otros cuidados de Fran y Lucas, me despedí hoy. Al despegar el avión, observé las islas, la costa, el estero, las desembocaduras de los ríos y las ciudades de Vitória y Vila Velha. He regresado a Río de Janeiro, dejando otra vez un pedacito de corazón guardado con mis amigos. Sé que cuidarán ese pedacito como si fuera todo mi corazón.

sábado, 25 de noviembre de 2017

Moqueca capixaba en la Ilha das Caieiras

Mis amigos Renato, Franci y Lucas continúan mimándome. Ayer lloviznó todo el día por lo que estuvimos tomando café y comiendo y conversando con sus amigos toda la tarde y noche. Fue un típico día de brasileños que se sientan a conversar con calma hasta que se acaben el café, la cerveza y las ganas. 

Hoy me llevaron a almorzar moqueca caipixaba en la Ilha das Caieras, una de las islas en las cercanías de Vitória. El restaurante quedaba junto al atracadero de pangas y lanchas de pescadores. Atravesando el amplio estero se veía un manglar. El sol fulgía fuertememente pero  del estero nos llegaba una deliciosa brisa con fuerte olor a mar.

La moqueca es un cocido de pescado y mariscos servihierrocaldo en olla de hierro. La versión bahiana se sirve en un caldo con leche de coco y aceite de dendê. La moqueca capixaba (capixabas son los lugareños de Vitória) se coce en un caldo de tomate. La nuestra hoy fue de abadejo y camarones en ese caldo. 

A pesar del calor, la comí com ganas y gusto. ¡Qué delicia! Compartimos una moqueca para cuatro y arrasamos con todo. Ni el pirão (harina de mandioca cocinada en el caldo de pescado) sobró.

Yo recordé una marísquería en el estero de Mata Limón en Costa Rica. También se come rico con olor a mar.

Hoy, saboreando la moqueca, respirando aires atlánticos y contemplando el estero, me sentí acogido y en familia. Me hace bien.

viernes, 24 de noviembre de 2017

Cumpleaños

Hoy cumple años mi Jardinero Fiel, quien cuida de mis orquídeas y rosales y enredaderas allá en San José. Gracias. Y desde Vitória, mirando al Atlántico: ¡Felicidades!

jueves, 23 de noviembre de 2017

Dar gracias

Hoy es Día de Acción de Gracias en los Estados Unidos. Me tocó este año volar de Río de Janeiro a Vitória para visitar a mis amigos Renato, Franci y Lucas. Aunque en Brasil no es feriado tuve la bendicióm de reunirme con estos amigos queridos y gozar de su hospitalidad. Franci incluso hizo tapioca en la sartén con su mano brasileña. Le quedó crocante y fresca a la vez. Le di las gracias. Y di gracias a la Vida por mi familia y mis amigos en todo el mundo. Soy rico en amistades. Gracias.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Dorados ríos amazónicos

Hace tiempo quiero visitar Colombia. Hay gente querida que quisiera ver. Ayer al menos la vi desde el aire. En el trayecto de Panamá a Río de Janeiro la sobrevolamos.

Me deleitaron las filas de montañas verdeazuladas de la cordillera, sus cumbres semicubiertas de nubes, al suroeste de Bogotá. 

Me alegré pensando en mi gente amada en sus valles.

Y me embelesaron los ríos amazónicos serpenteando entre la oscurísima selva. El sol se ponía y los ríos se teñían de dorado y naranja como el cielo. 

Nunca olvidaré la vista de esos ríos dorados. Me sugieren nuestro origen y nuestro destino en un TODO apacible, fluído y resplandeciente. Son ahora parte de mi ser.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Crónica: Risas de alegría en el tren F

Con el frío invernal, llegan al metro escenas como la de esta crónica urbana: Risas de alegría en el tren F. A mí me enternecen mucho las escenas de padres e hijas. Desde hace muchos años ha sido así.

Photo Credits: Ed Schipul ©

jueves, 16 de noviembre de 2017

Sentirme amado

Hoy conversé con estudiantes, colegas, amigos y amigas sobre mi libro, Loving Immigrants in America. El conversatorio nos llevó a compartir experiencias no solamente de inmigrantes, sino de migrantes, viajeros y personas en transición. Es decir, experiencias humanas. Y antes, durante y después del evento recibí cuidados y cariños tan especiales, tan generosos, tan significativos para mí, que hoy me siento amado. Delicioso sentimiento.


miércoles, 15 de noviembre de 2017

Una esperanza que no se fuga

Por formación y sensibilidad siempre me ha gustado la antigua poesía hebrea. Aunque hay esperanzas que se fugan, estos versos expresan una esperanza que no se me ha fugado:

  Será como la luz matinal,
  como el resplandor del sol
  en una mañana sin nubes,
  como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra.

  Por eso mi casa está firme en el Amor
  (...)
  aunque todavía no haya hecho florecer
  toda mi salvación y mi deseo.


Ayer escribí la elegía a una esperanza, pero hoy el sol resplandecía en una mañana sin nubes, el invierno besaba mi piel con su aliento fresco y recordé estos versos que me han sustentado y fortalecido por tantos años. Siempre me han sustentado en silencio porque nunca he contado esta esperanza que ahora escribo.

Cielo matinal

martes, 14 de noviembre de 2017

Cuando se te fuga una esperanza

Hay esperanzas que llevás muy adentro, en un rincón profundo del corazón. Tan profundo que a veces pensás que ya no están ahí, hasta que vuelven a aflorar y te sorprenden. Pero a veces llega, para alguna de esas esperanzas, el momento de fugarse. Sentís que se te va. Y se va. Disimulás, talvez, pero por dentro te das cuenta. Mejor soltala, entonces. Que se vaya libre donde prefiera estar.

lunes, 13 de noviembre de 2017

Tranquilidad dominguera entre boricuas

Llegué a la hora del brunch a casa de mis amigos puertorriqueños, C la fotógrafa y R el DJ Tres Dos. Comenzamos con panqueques con yogurt y frutas rojas acompañados de café espresso. Hicimos una breve pausa bien tertuliada y continuamos con aceitunas y queso manchego. Luego salió el baguette tostado con mantequilla y anchovas. Ellos acompañaron la picadita con vinito tinto. Yo con más café, pues se suponía que debía regresar a casa a calificar ensayos. 

Y sin embargo la música en el tocadiscos - cumbias colombianas, folclore chileno, percusión árabe - me animaba y la conversación con mis amigos me interesaba tanto, que se me fue todo el domingo allí en su casa. Cuando salí, ya oscurecía. 

Me sentí alegre: llegué a comer brunch a casa de unos amigos boricuas y terminé quedándome todo el día. 

La experiencia me recordó mis primeros domingos en São Paulo, hace doce años. Yo recién llegaba de Gringolandia, donde generalmente cuando te invitan a alguna reunión o fiesta, de una vez te dicen a qué hora se acaba, para que no se te ocurra quedarte más. Pero en São Paulo mis amigos - Gelio, Alex, Flávia, Moranguinho y compañía - se encontraban los domingos para almorzar. Sabías a qué hora empezaba el ágape pero nunca a qué hora, ni dónde, terminaría la tertulia. ¡Me sentía tan libre y relajado!

Ayer, con mis boricuas, reviví aquella tranquilidad dominguera.

Tocadiscos Tres Dos regalándonos alegría colombiana

domingo, 12 de noviembre de 2017

Pan en la puerta de casa al amanecer

Cuando desperté esta mañana, el cielo ya brillaba azul. Me levanté y al querer desayunar caí en cuenta de que amanecí sin pan en mi cuevita. Afuera la temperatura estaba bajo cero centígrados. Recordé entonces que cuando era chiquito allá en el barrio en San José, el panadero pasaba todas las madrugadas dejando, en la puerta de nuestra casa, el pan fresco para el desayuno. ¡Qué nostalgia! Vi además mi teléfono y había recibido una foto que tomó Mami del amanecer en La Libélula, allá en nuestro Tárcoles tropical. ¡Más nostalgia! Pero me sobrepuse, me abrigué y salí al frío invernal, bajo cielo límpido, a compar el pan para tomar café.

Fotografía: LBQ

sábado, 11 de noviembre de 2017

Peregrinos

Sin pedir permiso llegó el invierno con su aliento gélido. Y llegó justamente hoy, cuando despedí a una chama querida, como para sentir más el frío del adiós. 

En todos estos años de andares por el mundo, he despedido a tantos amigos, y tantos me han despedido a mí, que uno pensaría que se puede acostumbrar. Pero no. En cada despedida, el amigo, la amiga, la persona amada, se lleva un pedazo mío. Y yo me dejo un pedazo de él, de ella. 

Somos peregrinos en este mundo de encuentros y despedidas. Nuestro bordón es el amor. Nuestra esclavina es la amistad.

¡Que andés siempre con bien! ¡Salud!

viernes, 10 de noviembre de 2017

Crónica: Por la ribera del Hudson

Esta mañana al despertar me quedé muy quieto y callado viendo al mundo a través de mi ventana. 

Las ramas del plátano de sombra danzaban en el viento y sus hojas amarillentas se estremecían. En el fondo, el azul brillante del cielo intensificaba el efecto claroscuro de las hojas al temblar. 

Yo necesitaba un momento de paz. De quedarme muy quieto y en silencio y sentir. Todavía me duele la frontera texano-mexicana como una herida abierta y sangrante. Y acá en Brooklyn me revolotean en el corazón sentimientos muy intensos que necesitan encontrar su expresión más natural e integral en cuerpo, corazón y alma. 

Por ello, decidí quedarme quieto un ratico esta mañana antes de lanzarme al ajetreo - quedarme quieto y buscar lo simple e integral como en esta crónica: Por la ribera del Hudson. Dice Anto que es mi mejor crónica hasta el momento. En todo caso, expresa una búsqueda sincera y constante, que se renueva cada día.

Photo Credits: Marketa ©

lunes, 6 de noviembre de 2017

Crónica: La chica inquieta

Vengo llegando a Brooklyn de la frontera entre Tamaulipas, México, y Texas, México, digo, Texas, Estados Unidos. (Texas es un estado anexado violentamente por los Yunáited Estéits of América). 

Por eso me demoré en compartir esta crónica, La chica inquieta, justamente sobre una amiga texana de corazón apasionado. 

La vida nunca resulta ser como te la imaginás. Te dicen que es de una forma, o te lo imaginás vos mismo sin que te lo digan, pero resulta de otra. Darse cuenta, entenderlo y aceptarlo duele. Y sin embargo, el corazón humano es fuerte y valiente. Encara la adversidad y sigue. Y siempre es posible arrancarle alegría a la vida. ¡Salud, amiga inquieta y sonriente!

Photo Credits: Elvira Nimmee ©

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Despedida imposible junto al lago

Hace unos días leí el poema "Impossível Despedida" de Mia Couto y tuve que salir de casa. Bajé a pie de mi cuevita hasta la orilla del lago Prospect, donde he vivido encuentros y desencuentros, reencuentros y despedidas imposibles. 

Contemplando el lago repasé los versos que acababa de memorizar:

  Neste mundo 
  de amores tão escassos,
  o que posso fazer senão amar,
  amar o pouco,
  amar o que ainda é sonho
  amar até o medo de não mais amar?

Traducido a la otra lengua de mi corazón, la primera, dice:

  En este mundo
  de amores tan escasos,
  ¿qué puedo hacer sino amar,
  amar lo poco,
  amar lo que todavía es sueño,
  amar hasta el miedo de no amar más?

Yo también he escogido amar lo mucho y lo poco, lo tangible y lo que todavía no es más que un sueño.

Mientras pensaba en esto, vi a un cisne nadar por el lago, alejándose de mí sin despedirse. Fue un desencuentro momentáneo. Otro día nadará hacia mí y nos encontraremos. Al menos, amo ese sueño.