viernes, 31 de agosto de 2018

Respirar aires atlánticos

A veces decaigo un poco. Es parte de la vida peripatética. Pasé semanas en Costa Rica en las cuales me sentí acuerpado y comprendido por mi gente. He llegado a Brooklyn y los malentendidos interpersonales a veces son tan profundos y trágicos que no lográs resolverlos. Dejás de hablar y permitís que el Hado o Fatum dicte el destino que quiera. 

Aún en días como éste, soy consciente de que puedo respirar. Hoy fui a la playa al final de la tarde, caminé descalzo y respiré aires atlánticos. Me sentí vivo. Al atardecer, desde el muelle de Coney Island, di gracias por la playa, el cielo, el mar, el viento, el sol y el aire que respiro, aliento divino.

Atardecer visto desde el muelle de Coney Island

miércoles, 29 de agosto de 2018

Compartir arándanos

Qué delicia es
comer arándanos frescos 
en un caluroso día de verano. 
Pero más delicioso es 
comerlos cuando vos 
los compartís conmigo.

Arándanos silvestres (Foto: J. L. Oyanedel)

martes, 28 de agosto de 2018

Hoja danzando en el aire

Una hojita pendía de un hilo de araña y danzaba en el aire. La encontré en medio del sendero por el que caminaba con mis cinco sentidos esta tarde por Prospect Park. Quisiera haberla visto con vos. Yo desearía ser con vos como el viento gentil que ayuda a danzar a la hojita y es parte de su felicidad. O ser como el hilo que te ayuda a suspenderte en el aire y ser libre.

domingo, 26 de agosto de 2018

Luna oracular

Caminé esta tarde a todo lo largo de Coney Island Beach y Brighton Beach. Gente neoyorquina proveniente de todo el orbe había convergido allí para disfrutar este domingo de verano tardío. Dejé que el sol me calentara y el Atlántico bañara mis pies mientras ambulaba y observaba gente.

Recordé muchos otros momentos felices en ese lugar de convergencia social: a veces disfruté solo, otras veces acompañado por amigues y por un amor que quería nacer.

Me quedé hasta que atardeció y luego salió Luna, plena y hermosa, para brillar sobre el Atlántico. La contemplé y la consideré mi oráculo feliz, anunciándome un año de luz nítida y resplandeciente. 

Luego regresé a casa. Era hora de prepararme. Mañana iniciaré, con mucha energía e ilusión, un nuevo año docente en Brooklyn College. Conoceré a setenta estudiantes en mis tres cursos. Serán nuevas personas en mi vida, ricas en vivencias, con las que podré compartir algunas semanas de reflexión filosófica, literaria y vital. Gracias la Vida porque amo mi labor.

Luna oracular (Foto: S. Cloud)

miércoles, 15 de agosto de 2018

Amor en el hacer

Aprendí a cocinar con amor observando a mi mamá y a mis dos abuelitas. Sin ser gran cocinero, cuando cocino para alguien, o mejor, cuando cocino con alguien, lo hago con amor porque lo aprendí viéndolas a ellas cocinar para sus familias. Y cuando alguien me cocina con amor, agradezco el presente como una gracia divina.

Kahlil Gibrán escribe, en El Profeta, que el trabajo sin amor es un quehacer vano. En cambio, cuando una persona trabaja con amor, se víncula consigo misma, con su prójimo y con la Divinidad. Gibrán no se refiere solamente al trabajo, ni a los quehaceres cotidianos, sino a todo nuestro hacer. 

En la novela Como agua para chocolate, de Laura Esquivel, los platillos que cocina Tita causan tanta emotividad y pasión en los comensales porque ella vierte sus sentimientos en su hacer culinario. Su cocina es sentimiento. Sentir es cocinar. Cocinar es amar.

Hacer con amor. Amor en el hacer. Lo aprendí de mi mamá y de mis abuelitas, Dora y Luz. En la cocina, por ejemplo, han vertido su amor para muchas generaciones de descendientes de los C. M. y los B. Q. Y no solamente en la cocina, claro, sino en todo su sabio hacer, educar, cuidar, guiar, formar y trabajar.

Siempre procuro -- procuramos Xinia, Anto y yo -- agradecerles. Hoy ha sido día especial para hacerlo ante una mesa del desayuno espléndida, servida con amor y disfrutada en familia.

Gracias Ma, Luz, Dorita, por el amor en todo su hacer.

Mesa servida con Amor (Foto: Xinia Campos)

martes, 14 de agosto de 2018

Ideas de madrugada: Lost in Translation

Monté mi sala de cine en mi casita josefina. Estoy proyectando videos musicales y pensando en novelas para incluir en la lista de lectura para mi curso del otoño sobre el amor en la literatura. Como a menudo me sucede, se me ocurrió una buena idea de madrugada. Además de novelas puedo incluir cine. Total, el profe soy yo y a mis estudiantes siempre les gusta el buen cine. ¿Pero cuáles películas? Este video musical, para una canción de Cigarettes After Sex, me recordó la película Lost in Translation. ¿Quizá sea una buena opción? Creo que sí, aunque mucho de mi amor por esta película se debe al recuerdo de mi primer viernes en Tokio. Seguiré pensando. Tengo que decidir antes del jueves para dejar el plan del curso listo antes de irme a Islas Murciélago. Pero qué rico trabajar así de madrugada.

Nostalgias de Tokio

lunes, 13 de agosto de 2018

Oración de bienvenida desde el Bosque de la Hoja

Dije una oración de bienvenida a Costa Rica para quien nos visita. En el Bosque de la Hoja, a una altura de 2500 msnm, contemplaba los reflejos del sol sobre las aguas de una quebrada que bajaba por en medio de la montaña. Observaba también los claroscuros de la luz solar que se filtraba entre el dosel hasta el sotobosque. Por ratos, fantaseaba con las formas de las veloces nubes que pasaban sobre un claro en el dosel. 

Sentí entonces ganas de abrazar y bendecir a quien ha querido venir para estar entre nosotres:

    Que el Amor te bendiga y te guarde.
    Que sus ángeles levanten su rostro sobre vos 
    y te cuiden con su luz.
    Que el Amor alce sobre vos su rostro 
    y te guíe por senderos de paz.

Disfrutá y sé feliz. Que te acojan ángeles.

Reflejos en follaje y quebrada

domingo, 12 de agosto de 2018

Amanecer bailando

Se nos marchaba Astrid de regreso a su doctorado en biología marina en Alemania, así que había que despedirla con una buena fiesta en las montañas josefinas. Yo subí de la bajura puntarenense hasta las alturas hacia el noreste de San José. Otres murciélagues se acercaron de todos los rincones del Valle Central. Y en casa de Coralia armamos una fiesta de antología. 

Empezamos con vinos y boquitas, incluyendo coxinha de galinha y pão de queijo brasileños que trajo nuestra rubia gaúcha Dulce y el ceviche de plátano verde que hizo la misma Cora. Animamos la tertulia con sones montunos y boleros cubanos de fondo. 

Pasada la medianoche salimos al solar y anduvimos cuesta arriba y cuesta abajo entre gallineros, árboles frutales, hierbas y arbustos comestibles. A la una de la madrugada Dalia y Johnny me persuadieron de que me vaya el jueves a la gira a las remotas Islas Murciélago. Me apunté. Una quijotada, lo sé, pero carpe diem.

A las dos de la madrugada estábamos contando historias de apariciones y visiones de seres de otros mundos bajo la luz planetaria de Marte y la lluvia de meteoros. A las dos y pico de la madrugada, todes les quince nos dimos un abrazote de caracol, con Coralia y Astrid en el centro. El abrazo nos llenó el alma.

Antitos de las tres, de regreso en la terraza, empezamos el bailongo. Algunes, les que tenían familia esperándoles, se nos fueron a casa un poquito después. Era el momento decisivo: había que poner excelente música bailable para que la fiesta no perdiera ni un alma bailarina más. Nos repartimos los deberes de DJ. Cada une escogía una pieza por turno. Y lo hicimos de maravilla. Bailamos desaforadamente al ritmo de Sonámbulo Psicotropical, Bomba Estéreo, Ladama Project y similares.

Algunes, incluida Astrid, se fueron a dormir pasadas las cuatro. A ella se le disculpaba porque después de todo tenía que agarrar un vuelo transtlántico a Alemania en poquitas horas.

Cuando se puso más oscuro, poco antes de rayar el alba, todavía quedábamos tres bailando. Había que escoger una pieza apta para cerrar el bailongo. Y como a esas horas ya andábamos en la onda de bailar música de los 70 y 80, pensé que debíamos terminar con una buena balada pop ochentera, como en los bailes colegiales, cuando uno sacaba a la muchachilla que le gustaba para ver si había chance de un buen "aprete", ojalá con besito. 

Tuve un momento de lucidez inusitada: escogí la pieza "Keep on Loving You" pero en versión de Cigarettes After Sex. Estos versos súper recontra cursi nos hicieron reír y disfrutar el fin de la fiesta mientras amanecía:

  I don't want to sleep
  I just want to keep on loving you.

No queríamos dormir. Sólo queríamos seguir amándonos.

Para nosotres