miércoles, 10 de febrero de 2016

Haikus del Bosque Municipal de Atenas

Al finalizar mi época del cole, mi familia empezó a vacacionar junto con una familia de amigos en playa Esterillos en el Pacífico Central de Costa Rica, y no en Guanacaste. Empezamos a viajar por Atenas de Alajuela para luego subir los montes del Aguacate y descenderlos, pasando por San Mateo y Orotina, hasta desembocar en la costa. Atenas siempre me atrajo como pueblito para visitar e incluso, en ciertos momentos románticos de añoranzas, para vivir. Quizá se pensaría que Atenas me atraía por mi vocación filosófica, por aquello de los Sócrates, Platón y Aristóteles que allí pudieran reunirse a filosofar en los poyos del parque bajo las altísimas palmeras reales. Pero no, me atraía por los mangos, el calorcito, el sol delicioso y la gente buena gente.  

Con el pasar de los años, nuestras vidas se fueron ligando cada vez más a ese hermoso Pacífico Central y Atenas siempre nos quedó de camino. Pero hace pocos años se inauguró la carretera San José - Caldera, trazada por otra ruta para llegar más rápido a ese Pacífico, y Atenas quedó de lado. Ya no se pasa por allí y los viajeros no entran a dar una vuelta. Pero el romanticismo nostálgico corre por las venas de mi familia y todavía, de vez en cuando, viajamos por la vieja ruta y pasamos por allí.

Sin embargo, nunca nos detuvimos a caminar por el Bosque Municipal de Atenas. Hace un par de años lo intenté pero no encontré entrada a los senderos. El bosque me parecía impenetrable. Ayer, finalmente, le pregunté a un vecino del Alto del Monte. Me dijo que entrara por la plaza de fútbol al frente de la escuelita del lugar. Por allí nos adentramos a caminar por los senderos del bosque seco, subiendo y bajando laderas de la montaña, bordeando una quebrada, sintiendo, escuchando, observando, para luego captar lo vivido por medio del arte japonés del haiku.


Chicharras cantan.
Crujen las hojas secas
bajo nuestros pies.


Gota de agua 
fresca en labios secos
es tu presencia.


Canto de aves.
El corazón del bosque
late y vive.

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