sábado, 7 de noviembre de 2015

Entre los papelitos de un antiguo aspirante a poeta paulistano

Hurgando entre las cajas de recuerdos de un antiguo aspirante a poeta, me encontré un papelito en el que esbozó su último intento por escribir un poema. A juzgar por el nombre y número de teléfono que escribió en el mismo papelito, se inspiró en su musa de cabello negro rizado, ojos color miel, dulce sonrisa y samba no pé del bar Ó do borogodó en la Vila Madalena de São Paulo. Sambó toda la noche y escribió el poema antes de caer dormido una mañana gozosa de un diciembre feliz. Nunca revisó el poema. Lo dejó ahí y en eso quedó su intento de escribir poesía. Ni siquiera le puso título. 

            Te busqué
            durante una noche blanca y fría,
            ya tan lejana.

            Te esperé
            escuchando en silencio el canto
            de una reina africana.

            Te encontré
            donde el samba le da vida
            a la madrugada urbana.

            Me acerqué 
            mientras miradas entrecruzábamos
            y se atisbaba ya la alegre mañana.

Poco importaba que fuera mala poesía. Lo que importaba era intentarla, ensayarla, dejarla fluir, vivirla, y por qué no, sambarla. 

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