martes, 16 de octubre de 2018

Ladama en Union Pool

Las muchachas de Ladama Project cerraban el domingo su gira de seis meses con un concierto en Union Pool. Las conocí en una fiesta en Brooklyn hace un año medio, escuchándolas tocar en vivo y luego bailando con ellas. Nos hicimos amigues. Y con mi corazón lleno de cariño he visto crecer a su banda y su proyecto social y educativo hasta llegar a culminar con éxito esta gira de su primer álbum, Ladama. Así que asistí al chivo sin falta.

Me encontré con la agradable sorpresa de que la cantante Ana Carmela Ramírez, acompañada por el cuatrista Jorge Glem, abrían con un recital de música folclórica venezolana. Carmela con sus interpretaciones nos llevó a pasear por toda Venezuela, de Maracaibo a Oriente y de los llanos a Caracas. Glem, extraordinario músico ganador del Grammy, la acompañaba con genialidad. Yo quedé alucinado de cuánta belleza podían crear juntos una voz, un cuatro y dos corazones enamorados de la música de su país. Pensé en mi Mar venezolana: cuánto le habría gustado ese recital. Mafer, mi amiga venezolana de Ladama, estaba conmovida al escuchar joropos, sirenas y más, como lo estábamos todos en la audiencia.

Luego fue el turno de Ladama. Lara en percusión, Daniela en tambor alegre, Mafer en la bandola y Sara en voz, guitarra eléctrica y percusión, acompañadas de su excelente bajista Pat, tocaron con más soltura, espontaneidad y alegría que nunca. Se nota que han crecido tanto en su arte y sienten tanta confianza en su capacidad grupal, que tocan cada vez con más libertad. Las variaciones vocales de Sara, los solos de Mafer, los juegos de llamada y respuesta en percusión entre Lara y Daniela y muchos detalles más le trajeron un inusitado frescor lúdico a las interpretaciones de cada uno de sus temas: desde Porro Maracatú hasta Cumbia Brasilera, pasando por Elo, Sin Ataduras y Night Traveler.  

Como siempre, su fusión de géneros latinoamericanos me cautivó. Yo además de disfrutar la excelente música y bailar a gusto, me sentía alegre. La verdad es tenía el corazón lleno no sólo de cariño sino de amor por esas mujeres talentosas y su proyecto musical comprometido con la justicia social, el feminismo y el simple gozo de vivir. 

Cuando terminó el concierto, todos en la audiencia les aplaudimos con entusiasmo y admiración sinceros. Era una delicia estar allí escuchándolas cerrar su gira en su casa, Brooklyn.

Yo me quedé en Union Pool conversando con ellas y luego les ayudé a guardar sus instrumentos y cargarlos en su carro. Me despedí con fuertes abrazos de cada una. Y regresé a casa feliz en el tren de medianoche y pico.

"Cumbia brasilera" en Cali, Colombia

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