lunes, 1 de septiembre de 2014

Domingo en Boa Viagem

Por la mañana, los bañistas recifenses se acercan a la larguísima playa de Boa Viagem, en Recife, y buscan un lugar en las sillas bajo las sombrillas que proveen los comerciantes. Estos tienen sus barracas (chinamos) listas para ofrecer agua de pipa, gaseosas, cervezas, pasteles fritos rellenos, yuca, camarones, pescado frito y demás platillos a sus clientes. Como a la mayoría de los brasileños, a los recifenses les gusta agruparse, estar "en pelota" en la playa, y prefieren que les sirvan tranquilos que llevar sus propias cosas y sentarse en un lugar un poco distante de los demás.

Tras ubicarse bajo una sombrilla, algunos se van a caminar. Van muchachos y muchachas, amigas, parejas, grupos de adolescentes, gostosas de bikini, rellenitas en hilo dental (entre más rellenas, más diminuto el hilito), fortachones en ridículas zungas que más parecen garotos de programa (acompañantes masculinos), señores y señoras muy dignas y demás.

Otros prefieren bañarse, principalmente los niños que con sus padres o hermanos mayores se pasan horas en el agua y en la arena mojada.  

La arena es de un blanco amarillento. En un día soleado como ayer, las aguas son verdes y turquesas, apenas opacadas por alguna nube pasajera o en los sectores donde están las piedras que hacen de barrera natural frente a la playa.

Quien se sienta bajo una sombrilla a escuchar , atiende conversaciones de muchachos sobre garotas o futbol (Sport es el club más reconocido, Nautico el más antiguo, Santa Cruz el más popular),  de familias sobre familiares que no están, de adultos sobre política pues pronto hay elecciones. También alguna familia tiene el radio puesto con música pagode incesante. Pasan cientos de vendedores ambulantes: "Ostra fria" (pronuncian oshtra), "castanha de caju" (semilla de marañón), "caldo" (no supe de qué). Un flaco mulato con camisa del Inter de Porto Alegre, el 7 de Forlán a la espalda, oferece "camarão e langosta".

Quien se sienta a observar, ve gente alegre, disfrutando el día en familia o con amigos, conversando, bañándose, caminando, relajándose, bronceándose, alguno que otro durmiendo. Ayer curiosamente, entre cientos y cientos de bañistas que lo rodeaban, solamente un tico tenía un libro (Primeiras Estórias de João Guimarães Rosa) y lo estaba leyendo. Nada más lo hacía porque estaba solo, porque todos los demás estaban alegres "en pelota".

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