viernes, 20 de febrero de 2015

Morriñas árticas a la orilla del lago Prospect



Esta tarde el estoico lago de Prospect Park lucía casi completamente congelado y cubierto de nieve. Sobre ésta se habían posado cientos de gaviotas. Sólo en una orilla del lago había una poza líquida donde nadaban patos, gansos silvestres y un cisne blanco que se había recogido completamente sobre sí mismo, retorciendo su cuello y escondiendo su cabeza entre sus alas. En el límpido cielo refulgía un sol que no calentaba pero iluminaba el mundo. El día que ya no viva más en estas latitudes nórdicas, ¿extrañaré el intenso brillo de la nieve bajo el sol de febrero, el silbido del viento invernal pasando por entre ramas de robles sin hojas, el graznido agudo de los gansos rezagados, el murmullo del lago por el acuatizar de los patos y el sonido de mis pasos al pisar la nieve?

domingo, 15 de febrero de 2015

Simplicidad: Thoreau y Jacob do Badolim

En Walden Thoreau escribe: "Simplicidad. Simplicidad. Simplicidad. Yo digo: Deja que tus asuntos sean uno o dos, no cien ni mil (...) Simplifica. Simplifica".

Esta mañana gélida, en la que el sol apenas torna de un color celeste blancuzco el cielo y el viento del Atlántico arrecia y barre las calles Brooklynianas, la austeridad del invierno me parece hermosa y simple, como hermoso y simple me parece este chorinho de Jacob do Bandolim, "Simplicidade".



sábado, 14 de febrero de 2015

Chorinho y forró en un rincón de Brooklyn

El frío estaba cruel, con sensación térmica de -15 centígrados. Pero anoche era viernes de Carnaval y en Barbés había noche de chorinho y forró. Cada uno decidió llegar por su cuenta: una periodísta nica que, me contó, se va a devolver a su tierra pronto pero quiere aprovechar los meses que le quedan acá; una etnomusicóloga carioca que viene llegando para hacer su doctorado sobre el género musical del chorinho fuera del Brasil (¡qué manera de vivir investigando e investigar viviendo!); una periodista bostoniana de la revista New Yorker; otro periodista, freelancer californiano (¿de adónde salieron tantos periodistas de repente?); una exprofesora de inglés en Cuzco; y muchos más. Osea, todos en la pista eran tan cool que la Guiness que tomaba se me enfrío todavía más al acercarme a ellos. Yo conocía a mi paisa, pero a nadie más, y ninguno se conocía entre sí. Éramos gente buscando gente. Primero escuchamos el acordeón, la flauta, la pandereta, el cavaquinho, la mandolina y la guitarra de siete cuerdas del chorinho, y luego todos bailamos juntos, emparejados o sueltos, al ritmo de la banda de forró con su acordeón, percusión (triángulo y bombo) y cuerdas. A pesar del frío, generamos calor de Carnaval. Este sábado por la tarde, mientras veo nevar por la ventana, escucho algún chorinho y aún siento calorcito.