jueves, 27 de agosto de 2015
Lluvia mariliense
Durante la noche el cielo se cubrió de nubes y hoy amaneció lloviendo. Me desperté con el rumor del aguacero cayendo y el tac-tac-tac de los goterones azotando la ventana de mi cuarto. Me sentí agradecido por saber que nos caía agua bendita encima y me dormí de nuevo, tan profundamente que se me pasó la hora del desayuno. Cuando caminé al campus, la tierra ya se había transformado del colorado seco al bermejo húmedo. Las plantas me parecieron más verdes y menos sedientas. Sin paraguas y apenas con una chaqueta haciendo la veces de capa, me empapé. Pero lo agradecí también. "A veces llega la lluvia para limpiar las heridas. A veces solo una gota puede vencer la sequía". Quizá no la venció, ni limpió todo. Pero alivió.
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