sábado, 8 de septiembre de 2018

¿Eneas? Peripatético soy

Me identifiqué por largo tiempo con la historia de Eneas, el personaje del poeta clásico Virgilio. En la Eneida, los dioses le ordenan a Eneas huir de Troya en llamas. Lo hace con dolor y durante el escape pierde a su amada Creusa. Por años intenta, una y otra vez, fundar una nueva ciudad (fundar su nuevo hogar) en diversos puntos del Mediterráneo de la antigüedad. Cada vez que siente que lo va a lograr, algo le obliga a retirarse, a irse sin rumbo cierto a navegar por el Mediterráneo, e intentar desembarcar en un nuevo destino. En el canto más devastador, los dioses le ordenan abandonar Cartago y obedece con el corazón destrozado, a sabiendas de lo que le sucederá a su amada reina Dido. Pero Eneas, al final, llega a Lazio, funda la Nueva Troya y establece su hogar con Lavinia, el amor decisivo de su vida. 

A mí ésta última esperanza me sostuvo por mucho tiempo. Luego la solté. Entendí que quizá mis ires y venires en la vida no son una Eneida. Son una vida peripatética. De vez en cuando me ilusiono de nuevo al sentir que mi historia sí será una Eneida. Después viene el golpe. Lo acepto. Ya no me tumba el golpe aunque duela. Peripatético soy.

"Eneas" por Bernini, en Villa Borghese

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