Se llama Ari, pero le dicen Lua (Luna). Es mulato, tiene 53 años y habla con voz cadensiosa de timbre cálido. En su juventud viajó como músico de una banda de samba y música propular brasileña por varios lugares de Europa y África. Recuerda con especial cariño sus aventuras en Marruecos. Hoy es casado y tiene una hija. Trabaja como marinero en una draga en Paranaguá, estado de Paraná, cada 45 días, y luego deviene músico en su ciudad natal, Santos, los siguiente 45 días. Se turna, 6 semanas marinero, 6 semanas músico.
Toca varios instrumentos incluyendo el cavaquinho, el teclado y la guitarra, pero especialmente la cuica, instrumento de percusión originario de Angola y adoptado por la música brasileña. Por eso en Santos todo el mundo que oye música en vivo lo conoce como Lua da cuica.
En el bus que desciende por la vertiginosa sierra desde la meseta de São Paulo hasta la bajura santista, conversa con todos. Al trabar conversación con un filósofo tico dice: "A Costa Rica tem jogado um futebol muito bonito nesta Copa, um dos melhores. Parabéns". Ha disfrutado el fútbol tico.
Se interesa entonces por la música costarricense y pregunta cuáles son los ritmos que gustan allá. Le llama la atención el calipso afrocaribeño y la salsa. Pregunta si la música brasileña interesa y comienza a soñar con viajar de nuevo y llevar un grupo de samba y otro de forró a Tiquicia. Dice que tiene que conseguir unas mulatas bailarinas para completar el espectáculo. Lindo sueño que comienza con una conversación mundialista.
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