El invierno llegó a Brooklyn, arremetiendo con furia, la madrugada del martes. Esa misma tarde, tiritando de frío, supe que una amiga y consejera se marchará. La mañana del miércoles me encontré caminando desde Kensington hasta Midwood, hacia la universidad, a -7 centígrados. Por la tarde el sol se está ocultando temprano y antes de las 5 pm ya está oscuro el mundo. El resto de la semana escribí, nadé, caminé. No me encontré con nadie: típico ritmo brooklyniano.
Pero el viernes por la noche, por fin, fui a Pioneer Works en Red Hook, barrio costero donde el aire huele a sal marina, a escuchar cumbia psicodélica peruana: algo un poco raro. Pero igual moví el esqueleto con una amiga nica, varias puertorriqueñas, un nuevo amigo tico (percusionista) y otra gente más: reunión de solitarios y comunitarios en busca de alegría. Apenas terminó de tocar el conjunto psicodélico-cumbiambero, me quise ir a casa. Y justo en la parada del bus conocí a una socióloga caleña, otra solitaria con ganas de conversar. El trayecto en bus alcanzó para humanizar, conversando un poco, la semana.
El sábado escribí en casa así como Sonny, el personaje del cuento "Sonny's Blues" de James Baldwin, toca piano. Sonny toca piano para sobrevivir, para no rendirse, para no darse por vencido, para sentirse vivo, para no sucumbir en esta ciudad de tristezas y alegrías, desesperanzas y anhelos.
Afuera de mi casa, el invierno todavía acechaba. Pero por la noche encaré el frío y fui a escuchar a mi amigo, Niall Connolly, tocar en el Rockwood Music Hall. Desde la primera pieza hasta la última, Niall y su banda tocaron sintonizados. Guitarras, bajo, percusión, voces -- todo en la misma onda y llenando el music hall de energía. El invierno acechaba, pero la música de un amigo nos rescató a los que buscábamos sobrevivirlo.
Escuchar "Four Faced Liar" y "Corridors" de Niall Connolly
No hay comentarios.:
Publicar un comentario