Domingo. Nos encontramos bajo la lluvia en las afueras de la estación 15th Street - Prospect Park
del tren F. Los últimos días han sido soleados y calurosos pero justo
ahora que planeábamos caminar por el parque se desata la tormenta. Ni ella
ni yo andamos paraguas. Nos abrazamos y nos quedamos conversando bajo
el toldo de un Deli & Grocery brooklyniano mientras llueve.
Desde
que me visitó en Costa Rica en febrero, ella estuvo en Taiwán y Japón y
luego de nuevo en Taiwán. En Japón estuvo en Tokio:
--Me gustó visitar Tokio después de tanto tiempo. Pero creo que me gusta más la región de kansai. Me siento mejor en Osaka, en Kobe.
--¿Por qué?
--Creo que la gente es más amigable. Son muy graciosos también. Pero cuando regresé le dije a Aizawa sensei
eso y ella me dijo, "¡No, no, no, no!" Claro, ella es de Tokio y trató
de convencerme de que la gente en Tokio también es buena gente. Y sí,
son gentiles, pero son más indiferentes.
--¡Voy a tener que ir a Osaka! -- y apunto un viaje imaginario más en mi lista. Y a Taiwán de fijo, son momentos y me monto en el avión.
Ya
ha amainado la lluvia pero continúa garuando. Es mejor cancelar la caminata. Seguramente el parque
estará embarrialado y ella anda en sandalias. Se ve muy guapa con su
vestido de verano blanco de bordados rojos y negros y sus sandalias de
cuero.
--¿Querés ir a mi nuevo apartamento mientras termina de escampar? Está vacío pero ya tengo las llaves.
Me
dice que sí y allá vamos, cuesta abajo, en dirección a Windsor Terrace.
En pocas cuadras ya estamos en casa y entramos. Le gusta. El
apartamento es luminoso y muy blanco. Al frente tiene arbolito y atrás
un jardín de rosas. Aunque no sea mi jardín sino el de mis vecinos, verlo alegra y relaja. Y
el lugar es silencioso:
--¡En tu apartamento anterior el tren hacía mucho escándalo! --me dice.
Tiene razón, el tren elevado pasaba una cuadra atrás de mi chante. Pero a mí aquello, más rudo y decadente, también me
gustaba.
Conversamos
un rato mientras termina de escampar. Recordamos la primera vez que la
invité a cenar a mi antiguo apartamento. La invité a las 7 pm. Cuando
ella llegó, puntual, yo apenas estaba empezando a preparar todo para cocinar.
Recién pasadas las 8 pm, mientras conversábamos y yo terminaba de
cocinar, me di cuenta que la pobre ya tenía cara de angustia por tanta
hambre y se había devorado los aperitivos.
--Ay. Se me olvidó decirte que la invitación era estilo costarricense.
Osea, que podías llegar un poquito después de la hora de la invitación a
conversar y socializar y que la comida estaría lista más tarde. ¿En
Taiwán se sirve la cena puntualmente a la hora de la invitación?
--Sí. Apenas llegás se sirve la cena.
--Uy, perdón, debí aclararte. Disculpá -- le rogué y pensé: "Chanfle. Metí la pata".
--Tranquilo. La próxima vez como antes de venir.
Será taiwanesa pero tiene buen humor. Y ha sido buena amiga.
Ahora,
cuando finalmente ha escampado y salimos a cenar al libanés del barrio, pienso
que su visita inmediata ha sido un buen augurio para la nueva casa. ¡Que vengan muchos
amigos y amigas y gente querida, y muchas veces, a esta casa!
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