miércoles, 24 de agosto de 2016

Un buen augurio taiwanés

Domingo. Nos encontramos bajo la lluvia en las afueras de la estación 15th Street - Prospect Park del tren F. Los últimos días han sido soleados y calurosos pero justo ahora que planeábamos caminar por el parque se desata la tormenta. Ni ella ni yo andamos paraguas. Nos abrazamos y nos quedamos conversando bajo el toldo de un Deli & Grocery brooklyniano mientras llueve. 

Desde que me visitó en Costa Rica en febrero, ella estuvo en Taiwán y Japón y luego de nuevo en Taiwán. En Japón estuvo en Tokio:

  --Me gustó visitar Tokio después de tanto tiempo. Pero creo que me gusta más la región de kansai. Me siento mejor en Osaka, en Kobe.
  --¿Por qué?
  --Creo que la gente es más amigable. Son muy graciosos también. Pero cuando regresé le dije a Aizawa sensei eso y ella me dijo, "¡No, no, no, no!" Claro, ella es de Tokio y trató de convencerme de que la gente en Tokio también es buena gente. Y sí, son gentiles, pero son más indiferentes.
  --¡Voy a tener que ir a Osaka! -- y apunto un viaje imaginario más en mi lista. Y a Taiwán de fijo, son momentos y me monto en el avión.

Ya ha amainado la lluvia pero continúa garuando. Es mejor cancelar la caminata. Seguramente el parque estará embarrialado y ella anda en sandalias. Se ve muy guapa con su vestido de verano blanco de bordados rojos y negros y sus sandalias de cuero.

  --¿Querés ir a mi nuevo apartamento mientras termina de escampar? Está vacío pero ya tengo las llaves.

Me dice que sí y allá vamos, cuesta abajo, en dirección a Windsor Terrace. En pocas cuadras ya estamos en casa y entramos. Le gusta. El apartamento es luminoso y muy blanco. Al frente tiene arbolito y atrás un jardín de rosas.  Aunque no sea mi jardín sino el de mis vecinos, verlo alegra y relaja. Y el lugar es silencioso:  

  --¡En tu apartamento anterior el tren hacía mucho escándalo! --me dice. Tiene razón, el tren elevado pasaba una cuadra atrás de mi chante. Pero a mí aquello, más rudo y decadente, también me gustaba.

Conversamos un rato mientras termina de escampar. Recordamos la primera vez que la invité a cenar a mi antiguo apartamento. La invité a las 7 pm. Cuando ella llegó, puntual, yo apenas estaba empezando a preparar todo para cocinar. Recién pasadas las 8 pm, mientras conversábamos y yo terminaba de cocinar, me di cuenta que la pobre ya tenía cara de angustia por tanta hambre y se había devorado los aperitivos.

  --Ay. Se me olvidó decirte que la invitación era estilo costarricense. Osea, que podías llegar un poquito después de la hora de la invitación a conversar y socializar y que la comida estaría lista más tarde. ¿En Taiwán se sirve la cena puntualmente a la hora de la invitación?
  --Sí. Apenas llegás se sirve la cena.
  --Uy, perdón, debí aclararte. Disculpá -- le rogué y pensé:  "Chanfle. Metí la pata".
  --Tranquilo. La próxima vez como antes de venir.

Será taiwanesa pero tiene buen humor. Y ha sido buena amiga. 

Ahora, cuando finalmente ha escampado y salimos a cenar al libanés del barrio, pienso que su visita inmediata ha sido un buen augurio para la nueva casa. ¡Que vengan muchos amigos y amigas y gente querida, y muchas veces, a esta casa!

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