miércoles, 11 de abril de 2018

Dos regalos de Azogues

Cuando viajé de Cuenca a las ruinas incas de Ingapirca, en los andes ecuatorianos, pasé por Azogues. En los puestos de comida a la vera de la carretera Panamericana las señoras indígenas preparaban el hornado, una forma típica de cocinar el cerdo en la región. La Iglesia de San Francisco coronaba al pueblo en lo más alto del cerro. El ascenso era empinado pero valía la pena por la vista hermosa del pueblo y las montañas circundantes. Contemplando el paisaje desde la estrecha explanada frente a esa iglesia, me hice amigo de Evi, una muchacha húngara que entonces era maestra en Queens. Y poco después, ya de vuelta en Brooklyn, conocí a W, quien había emigrado desde Azogues hasta Queens. Osea que Azogues me regaló dos buenas amistades. Comparto la crónica de una de esas amistades, un perfil personal de un amigo ecuatoriano: "W el aguzado, de Azogues a Queens". 

Azogues coronado por la Iglesia de San Francisco (Foto: Wendy)

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