Garúa. Niebla.
Llovizna atlántica.
Cielo sin Luna.
Pensé en titularlo Tsuki no Haiku (月の俳句) o Haiku de la Luna.
Pero me pareció un poco triste para mi ánimo sereno de estos días. Recordé en cambio dos imágenes de mis visitas de este año al Estado de México.
En Teotihuacán, las pirámides del Sol y de la Luna se acompañan desde hace casi dos mil años. Miré con gozo a la Luna desde el Sol y al Sol desde la Luna.
Desde la terraza-observatorio en el punto más alto de Tetzcotzinco, el palacio de veraneo de Nezahualcóyotl, hace un par de semanas vi a la Luna aparecer a media tarde en el cielo azul al este mientras el Sol comenzaba a descender al oeste, tiñiendo al cielo de sutiles amarillos y naranjas.
Al recordar las vistas, compuse otro haiku, pero no con mi mente sino con mi corazón:
Luna naciente.
Sol poniente. Amantes
en mi corazón.
Al Sol y la Luna juntos en nuestros corazones: ¡Salud!
Aquí les dejo un Tsukiakari (月明かり) o "Claro de Luna."
En este caso, es una balada tuyera de Edward Ramírez y Rafa Pino, un dúo venezolano, que cuenta la historia de un encuentro entre un Claro de Luna y un Lucero.
"Tan solo al ver tus ojos caí en la cuenta: te conocía"
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