Esta noche cuando regresaba a casa en el metro vi a un hombre afroamericano, de mediana edad, vestido con sencillez pero bien abrigado y cargando un salveque nuevo, sentarse en el rincón del carro, doblarse sobre sus regazos, lamentarse y llorar. Sus lágrimas no eran cuadradas, Alfonsina. Vos que nos ves desde corales en el fondo marino o colgada de alguna estrella en el cielo nocturno, decime a mí que cada vez entiendo menos: ¿Por qué?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario