sábado, 7 de marzo de 2015

Uzbecos y kasajos atisbando a Primavera

Después de un día de tormenta y otro de fríos intensos, hoy el sol se asomó y el termómetro pasó dos rallitas por encima de la marca roja de los cero centígrados. Apenas sucedió ésto, los hibernantes centroamericanos asomamos la cabeza afuera, a ver qué pasaba en el mundo exterior. Y nos topamos con tropeles de uzbecos y kasajos reunidos en las aceras de Ditmas Avenue, en círculos de cinco o seis, fumando, conversando, vacilándose y choteándose, a juzgar por las miradas burlonas y las carcajadas.  Vestían todos sus boinas negras, suéters de lana, chaquetas de cuero negro, pantalones oscuros de telas gruesas y zapatos puntiagudos de cuero negro también. De vez en cuando alguno atisbaba al cielo, como esperando ver a Primavera sonriéndole. Yo también atisbé. Pero aunque ya andan algunos pajarillos revoloteando por las ramas de los cerezos, éstas todavía no tienen retoños. El paisaje es aún invernal. Al ponerse, el sol pintó el cielo con suaves tonos pasteles: celestes, amarillos, verdes limón. El termómetro cayó de nuevo por debajo de la rallita roja. Se deshicieron los grupos callejeros y volvieron todos los centroasiáticos a entrar a sus clubes, a tomar té, fumar y jugar backgammon. Los centroaméricanos también nos guardamos a esperar a Primavera un toque más.

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