viernes, 17 de febrero de 2017
Esperando a Tami-san con Ulises y Calipso en el Kos Kaffe
Estoy en problemas: debería estar estudiando filosofía moderna para el susodicho curso que estoy dando, pero se me está yendo todo el tiempo leyendo la Odisea. Osea, mis estudiantes andan leyendo para el curso y su profe anda distraído leyendo otra cosa. Pero siento tanto placer en esto que no puedo parar. Hoy por ejemplo: al menos trabajé en mi libro de mañana pero después de almuerzo me fui al Kos Kaffe en Park Slope a leer. Había quedado de verme ahí con Tami-san. Mientras la esperaba, Hermes llegó de parte de Zeus a ordenarle a la ninfa Calipso que liberara a Ulises de su isla y su cautiverio para que pudiera emprender el regreso a Ítaca. Ulises, triste, lloraba mirando al mar y añorando a su Penélope. Calipso, la más bella de las ninfas, obedeció a los dioses y le anunció a Ulises que le liberaría y le ayudaría a construir una balsa para que zarpara de la isla. La ninfa inquirió: ¿qué tiene ella, una mortal, que no tenga yo, una diosa? Ulises, el astuto, le responde: Nada, su mortal semblante palidece frente a tu divina belleza, pero extraño mi tierra. Resultado: Van y se regocijan juntos y yacen uno al lado del otro la última noche. "¡Ulises! Añorás a Penélope pero tu buena gozadota con Calipso te has dado antes de zarpar". De esto me reía cuando llegó Tami-san, con su sonrisa cálida y sus ojos dulces. Me alegré de verla y nos pusimos a conversar de inmediato. Había dos meses de vida que comentar. Y allí dejé a Ulises, durmiendo desnudo al lado de la bella ninfa que lo cautivaba. Pobrecito.
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