sábado, 19 de agosto de 2017
Corazón de Atitlán
Ayer el Lago de Atitlán amaneció sereno y suave. Bajo la luz del alba parecía un papel celofán plateado y liso, con levísimos pliegues en la medianía. A media mañana, mientras lo navegábamos, nos mecía su tranquilo oleaje y lucía de color esmeralda. A media tarde aún parecía esmeralda líquida pero el embate del oleaje nos resistía. Al atardecer se mostraba azul y rizado y el incesante oleaje besaba y lamía la orilla. Ya en la penumbra su superficie lucía concavidades de ónice y convexidades de ámbar. Por la noche continuaba impetuoso pero se fue serenando y amaneció sereno y plateado de nuevo. Es como un corazón que late en medio de montañas y volcanes. Y a veces así es mi corazón en el transcurso de un día.
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