Me pasé toda la tarde armando mi nueva cómoda. Puede parecer algo banal y sin embargo me hizo muy bien como metáfora.
Aunque no era una labor de ingeniería avanzada, ¡ni siquiera introductoria!, sí requería prestar bastante atención a las instrucciones y todas las partes. Mientras me mantuve concentrado en mis acciones y enfocado en las instrucciones, no cometí errores. Cuando me puse a pensar en otras cosas, los cometí y tuve que desarmar y rearmar partes. Tuve suerte: ningún error fue irreparable.
Además, armar la cómoda me permitió guardar ropas que andaban sueltas, sin su propio lugar. Esto me llevó a limpiar el armario, sacar chunches y escoger ropa para donar. Mañana me permitirá reorganizar aún más el espacio en mi apartamento.
En fin, pude poner orden. Eso me hizo bien. Fue Anto, en esta entrada de su blog, quien me enseñó explícitamente la importancia psicológica y anímica de ordenar. Viajo mucho y cuando estoy en Brooklyn estoy siempre trabajando o buscando vida social. Me vino bien ponerle atención a mi casa.
Además mi cuevita es pequeña pero acogedora. Y tengo ganas de acoger en ella.
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