lunes, 18 de diciembre de 2017

Despertar presente en casa

Esta mañana abrí los ojos cuando la claridad tropical ya se filtraba por las persianas e iluminaba mi dormitorio. 

Observé algunos de mis objetos personales: el tejido de algodón que me hizo mi tía Yaya usando una técnica japonesa; el cuadro de un chiquito y una chiquita afrocostarricenses leyendo juntos que me dedicó el artista Adrián Gómez; el dibujo de tres bailarines sufíes que me trajo M de Estambul; el desnudo de una mujer pelirroja de voluptuoso cuerpo verde, amarillo y azul (grabado del artista Gustavo Serrano, inspirado en una puesta en escena de la obra de teatro Yerma de García Lorca, dirigida por Tatiana de la Ossa con actuación de Moy); la balsita artesanal que traje de uno de mis viajes por amor a la Amazonía brasileña; y los caracoles que recogí de una playa del pacífico ecuatoriano. También observé el rinconcito donde escribo.

Mientras observaba mi entorno íntimo me di cuenta de que por primera vez me sentí plenamente presente y en casa desde que aterricé en San José la semana pasada.

Esa es una de las cuestiones con la vida peripatética entre las tres Américas que estoy intentando: a veces viajo tanto y experimento tantos encuentros y desencuentros, saludos y despedidas, en tan corto plazo, que me siento emocional y mentalmente desintegrado y dividido entre tres lugares al mismo tiempo, sin estar enteramente presente en ninguno. Cuando eso sucede, demoro un tiempo en reintegrarme y sentir que estoy entero y presente en el aquí y ahora.

En cuestión de tres semanas viajé de Brooklyn a Río de Janeiro, de allí a Vitoria y de vuelta a Río donde participé de una conferencia, regresé a Nueva York con escala en Panamá, terminé de dar clases en Brooklyn y me vine a Costa Rica. 

En el camino abracé tanta gente querida, conocí tanta gente nueva, conversé tanto, escuché tantos amores y desamores, alegrías y dolores, viví los míos propios, y llegué a la cuna de mi ser a estar con mi familia: Viví tanto, digo, que parte de mi corazón y de mente aún se hallaban en Río de Janeiro, Vitoria y Brooklyn mientras el resto ya estaba en San José.

Esta mañana, sin embargo, me sentí presente en el aquí y ahora. Estar presente es el principio fundamental para disfrutar esta vida peripatética. Si ando dividido, desintegrado y parcialmente ausente, se me complica esta vida. Hay que estar entero, íntegro y completamente presente.

Todo tiene su tiempo y su lugar: este es el momento de hallarme presente en mi casa en San José, compartiendo con la gente que quiere estar conmigo aquí. Ya vendrán otros tiempos para otros lugares y personas.


El rinconcito donde escribo

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