Recordé esos dos momentos porque volví a experimentar esas sensaciones hoy. Estaba sentado en mi escritorio leyendo los trabajos finales de mis alumnxs. Los ensayos de mis estudiantes del curso de filosofía americana me complacían bastante por su calidad. Por ratos, para distraerme y descansar la vista, miraba desde mi rinconcito de trabajo hacia mi jardín. Contemplaba los geranios, las plantas y el rosal con sus flores magenta. El sol me acariciaba los pies. Maya me visitaba por momentos y me miraba con sus ojitos pedigüeños de caricias.
Sentí bienestar. Sentí esperanza en el poder del amor para generar y regenerar relaciones íntimas y signficativas. Sentí cosquillas en los pies cuando me caminaron unas hormiguitas por ellos. Sentí sed y me tomé un agua de pipa (agua de coco) fresca.
Pensé y sentí de nuevo que estoy donde quiero estar y que la vida que yo quiero es esta que ya tengo. Así como está mi Vida, está muy rica.
Maya, en mi jardín, junto a mi rinconcito filosófico-literario |
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