Recordé muchos otros momentos felices en ese lugar de convergencia social: a veces disfruté solo, otras veces acompañado por amigues y por un amor que quería nacer.
Me quedé hasta que atardeció y luego salió Luna, plena y hermosa, para brillar sobre el Atlántico. La contemplé y la consideré mi oráculo feliz, anunciándome un año de luz nítida y resplandeciente.
Luego regresé a casa. Era hora de prepararme. Mañana iniciaré, con mucha energía e ilusión, un nuevo año docente en Brooklyn College. Conoceré a setenta estudiantes en mis tres cursos. Serán nuevas personas en mi vida, ricas en vivencias, con las que podré compartir algunas semanas de reflexión filosófica, literaria y vital. Gracias la Vida porque amo mi labor.
Luna oracular (Foto: S. Cloud) |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario