lunes, 30 de junio de 2014

Aquí todos luchamos juntos

Ayer todos los ticos apretamos los dientes, desde Recife hasta San José, pasando por Belo Horizonte, y nuestra "Sele" ganó primero con clase y luego con garra.

"Aquí llegaron las hormigas, 
vamos conquistando tierras enemigas.
Invisible, silenciosa y simultánea,
toda la invasión es subterránea.
(...)
En equipo se resuelve cualquier contratiempo,
cuando te picamos picamos al mismo tiempo.
Sobre nuestra unidad no debe haber preguntas,
frente al peligro las hormigas mueren juntas."

Pero no morimos. Estamos vivos, seguimos vivos.



jueves, 26 de junio de 2014

Cuando tu equipo habla por vos

Llegás callado, humilde, como tu equipo, al Mundial. Vas a divertirte, a disfrutar de la hospitalidad de los anfitriones sin pretensiones, sin habladurías, sin pensar que sos dueño del mundo. Nadie da una peseta por tu cuadro porque los grandes lo van supuestamente a aplastar. En los medios de prensa ni siquiera se menciona a tu selección; cuando llega al pais do futebol nadie se da cuenta. Así como llegaste vos: apenas unos amigos, los más fieles, te esperan. En la publicidad, pululan los estereotipos de italianos, ingleses, franceses, argentinos, con suerte alemanes y japoneses. Hondureños? Argelinos? Ticos? No se ven. Y sin embargo, tu equipo entra a la cancha mientras vos lo ves por la t.v. con un solo amigo, en privado. Y juega lindo y gana. Ya se habla algo, pero se piensa que fue un partido. Y luego entra a la cancha de nuevo ante otro grande, y vos de nuevo calladito, viendo por t.v. con una familia que te hospeda. Y tu equipo juega bien, controla el partido con criterio, anota lindo, y gana. Y vos estás feliz por dentro y sabés lo que valen tus muchachos y tu gente linda y humilde. Y otro día vas al estadio y ves a tu cuadro plantarse bien, neutralizar a otro ex-campeón, y ganar el grupo de la muerte. Y la torcida local se apunta con tu cuadro y canta "oé oé oé, ticos, ticos" y a los inventores del fútbol les canta "e-li-mi-na-dos". Y salís contento, tranquilo, feliz. No necesitás hablar. Tu equipo, tu gente, habla por vos.

Una ética para el aficionado al fútbol de Copa del Mundo FIFA

Aquí va una reflexión, en inglés, publicada en el sitio de la revista The New Republic:

Hacia una ética para la afición futbolera mundialista

sábado, 21 de junio de 2014

João el barbero y la zebra Costa Rica

Esta mañana João el barbero, pernambucano emigrado a la baixada santista, le rapó la cresta al tico del barrio. Quiso hablar, y mucho, sobre cómo juega Costa Rica, que piensa la afición, como vive la fiesta. Quería también saber si a Costa Rica los octavos de final ya le bastan o si quiere más. "Diay, claro que queremos más. Se juega con todo y que pase lo que pase." Finalmente informó sobre la reseña del periódico  A Tribuna de Santos, donde llaman a Costa Rica la gran zebra de la Copa. "Zebra" en el argot futbolístico brasileño es un equipo que da una gran sorpresa:

Zebra costarriquenha passa por cima da Itália e garante classificação

Y además, diría este comentarista argentino, una sorpresa agradable:

Con la pelota

Vivos muy vivos y muertos bien muertos

Ayer dijo el capitán tico, después de marcar su gol ante Italia: "Es el grupo de la muerte, pero los muertos son otros". Muy vivos estábamos ayer los ticos, cantando y celebrando, en Recife, en Santos, en Tiquicia, en todo lado. En la tv brasileña se elogiaba bastante el juego de la tricolor y explicaban el dicho "pura vida". Pasaron escenas de la celebración en San José y la Fuente de la Hispanidad. Y presentaron el gol tico, Bolaños-Díaz-Ruiz, con narración de la Doble M. Vivos muy vivos estábamos celebrando.

Bien difuntos estaban los otros, friítos en el ataúd, incluidos los muertos que a medio campeonato inglés despacharon a nuestro capitán a Holanda. "Tome pa´ que lleve y guarde pa´ mañana."

Y aquí estamos, ticos, centroamericanos, latinoamericanos, cantando con Alux Nahual (4'45"): "Estamos vivos, seguimos vivos." 


 

viernes, 20 de junio de 2014

Tomando café con Pepe, gloria del Santos Futebol Clube

Antes del partido Costa Rica - Italia, la torcida tica de la avenida Afonso Pena en Santos (compuesta por un tico y tres brasileños) salió a dar una vuelta por el centro de la ciudad. En la Praça da Independencia del barrio Gonzaga se veían muchas banderas tricolores. La torcida decidió tomar un yodo en el Café Impresso de la librería Realejo, en un costado de la plaza. Allí estaban los torcedores tomando su café, conversando justamente de la historia del Santos Futebol Clube, cuando llego un señor de setenta y pocos años que pidió discretamente un café. 

La señora que atendía la librería y cafetería le indicó a la torcida que se trataba de José Macia, Pepe, exjugador del Santos y de la selección brasileña, bicampeón mundial de selecciones y de clubes, y compañero de Pelé en el ataque santista. Extremo izquierdo, número 11, segundo goleador histórico del Santos apenas detrás de Pelé, le decían O Canhão da Vila.

El tico no pudo aguantar la emoción. Saludó a Pepe y le dijo: "Meu pai viu você jogar com o Santos na Costa Rica; ele vai ficar feliz em saber que eu conversei com você."

Pepe, mestizo, ya un poco calvo y siempre humilde, gloria de otra época, respondió con simpatía: "Sim, nos fomos jogar lá em 59 e 61. A Costa Rica jogaba muita bola, já desde aquela época. Tinha times bons: Herediano, Saprissa." Ojo a los equipos que mencionó como grandes escuadras, y ojo a aquellos que no mencionó. Reporte verídico.

Pepe tomó su café con la torcida, él mismo ofreció tomar varias fotos juntos, y le mandó saludos al padre del tico, quien lo vio jugar al lado de Pelé y Coutinho, contra el también glorioso equipo morado, en el antiguo Estadio Nacional de San José.



martes, 17 de junio de 2014

País pequeño, corazón enorme

La afición futbolera de un país pequeño debe tener un corazón enorme. A veces, debe esperar 60 años para jugar en la Copa del Mundo, y cuando llega, juega, anota, gana y la afición vive intensamente esa alegría. "No hay que llegar primero, hay que saber llegar." A veces la alegría tiene que durarle 12 años, o más, antes de celebrar otra victoria. Pero se mantiene ahí, esperanzada, a veces renegando, pero con el corazón siempre comprometido. El sentimiento es profundo y está arraigado en las entrañas. De repente, un día, su equipo juega bonito y gana de nuevo en el pais do futebol. Entonces la afición sale feliz, visitendo su camiseta, y la saludan los demás, en las calles, en las panaderías, en las tiendas, en los puestos de periódicos y revistas, en los mercados y verdulerías. Le surge una sonrisa y su corazón late más fuerte.

sábado, 14 de junio de 2014

Goles y amores

Gol. Hay corazones que se alegran por goles celestes. Gol. Gool. Goool. Hay corazones que se alegran por goles tricolores. Y hay corazones que se alegran por todos esos goles y las personas amadas que los gritan a todo pulmón, en el paisito de los orientales, en Tiquicia y en el Trópico de Capricornio.

viernes, 13 de junio de 2014

Empanadas en la Vila Madalena y otras cosas por ahí



El Bar Empanadas es un clásico de la Vila Madalena. Según me contó mi amigo Gélio, fue fundado por argentinos que abrieron una pequeña cuevita donde servían solamente empanadas estilo rioplatense. El espacio estaba decorado con pósters alusivos a clásicos del cine internacional. Las empanadas no son parte del menú brasileño (una empada en Brasil es un pastel en Costa Rica). Pero gustaron, el bar creció, y los empanaderos ampliaron la cuevita. Eventualmente los dueños se fueron pero le vendieron el bar a los empleados de entonces. (Por lo menos esa es la leyenda, ojalá sea cierta). Y el Empanadas ha seguido pegando y creciendo. Como el lugar tiene historia o leyenda solidaria y democrática, es un buen punto para ver fútbol de la Copa. Hoy se veían grupos de mexicanos y chilenos entre los parroquianos brasileños. Como está en la calle Wisard, escondida entre las principales, Fradique y Mourato, no aparecen molotes de aficionados. Hasta el momento todos los equipos latinoamericanos han ganado, y la torcida americana estaba contenta. Las empanadas de palmito y de carne (que el cantinero distraído, celebrando un gol chileno, me sirvió por error) estaban ricas, como siempre.

Después, un torcedor latinoamericanista decidió regresar a casa de sus amigos en bus, no en taxi. “Decisiones, todo cuesta” canta Rubén Blades. Al bajar del bus se distrajo en sus pensamientos. En una esquina oscura, a media cuadra de casa, lo alcanzaron por detrás y lo asaltaron: que si no entregaba las cosas, iba a “levar bala”. No le robaron gran cosa, ni siquiera se asustó, nada más les dio las pocas cosas que andaba: un salveque viejo con un cuaderno de apuntes, la novela Agua Viva de Clarice Lispector y un periódico del día; una billetera casi vacía; y un reloj barato. Pero tampoco sintió mucha hermandad latinoamericana al explicar en portugués con acento español que era extranjero y de nada les servía el documento de identidad. Igual se lo llevaron. Sintió pena al ver la rabia en la mirada de uno que lo agredía. De todos modos, para sus adentros se declaró pro fraternidad latinoamericana, ojalá cada vez con más justicia social.


miércoles, 11 de junio de 2014

En el boteco de Gilmar nadie habla inglés

La Vila Madalena es quizá el principal barrio bohemio de Sao Paulo. Dicen que hace años era barrio de artistas y estudiantes de la U pública. Ahora se ha aburguesado un poco y principalmente viven allí profesionales jóvenes y algunas familias, pero continúa teniendo un encanto particular por su vida nocturna de cafés, restaurantes y bares de todos los tipos y para muchos gustos (y bueno, para quien pueda pagar esos gustos). Generalmente se ven muchos paulistanos que salen a encontrar a sus amigos, conversar, comer alguna boca y tomar una cerveza. Ahora, sin embargo, ya hay una cantidad notable de aficionados europeos de fútbol que han venido al Mundial. En una casa convertida en albergue en la calle Fradique Coutinho, la antigua cochera funge ahora como bar y esta noche estaba invadida por aficionados ingleses que conversaban entre sí. En otro bar esquinero, aun más ingleses hablaban, en su idioma por supuesto, con parroquianos paulistanos. A un tico solitario que andaba por ahí le dio pereza tanto inglés y decidió “jalar” de la Vila y buscar un lugar más popular, donde se pudiera estar tranquilo.

En la avenida Cardeal Arcoverde, que delimita a la Vila Madalena, se encuentra el boteco de Gilmar. Es una típica cantina abierta, con mesa de billar y barra sencilla con bancos giratorios pegados al suelo. El dueño, Gilmar, sirve birras baratas, churrasco y petiscos o bocas. Entre sus parroquianos se encontraban hoy trabajadores que después de la jornada pasaron a tomar una cerveza, jugar billar un rato y conversar con los amigos, y estudiantes universitarios sin plata para los bares de la Vila. Estaba un pintor con sus pantalones y botas pintarrajeadas pero con una sudadera azul muy límpia que decía “Brasil”. Conversaba con Gilmar y con un fortachón con una camiseta de su equipo de fútbol de barrio. Otros amigos jugaban billar. Uno vestía una camiseta amarilla en cuyo dorso llevaba el número “70” en verde, con la palabra “México” en amarillo impresa en letras diminutas y disimuladas en el 7 del 70. Un señor canoso y moreno, callado, miraba a los otros jugar billar y “vacilar” y tomaba su cerveza tranquilo. A éste el pintor le decía que ya estaba muy viejo y mejor se fuera para la casa, a lo que el señor respondía con una broma soez. Aguántese, seu Pintor. Y en la barra un tipo moreno, de unos cuarenta años, mucho más callado y pensativo, bebía su cerveza mirando hacía fuera, donde pasaban transeúntes, carros y buses. Brindé con él y me dijo “saude”. En el boteco de Gilmar nadie hablaba inglés.

Protestas y ópera en el Teatro Municipal de Sao Paulo

Durante un atardecer frío, gris y húmedo de invierno paulista se congregaron en las escalinatas frente al Teatro Municipal decenas de personas, sobre todo jóvenes, para protestar contra la forma en que se ha organizado la Copa del Mundo de fútbol en Brasil. La principal manta rezaba "Terrorista é a FIFA" y varios manifestantes levantaban pancartas con los retratos en blanco y negro, y la respectiva descripción de la ocupación y el accidente laboral, de los trabajadores que murieron durante la construcción de los estadios donde se jugará el campeonato mundial. 

Otra manta rezaba "A Copa das Tropas" en protesta contra la masiva movilización de tropas militares brasileñas para labores de seguridad en torno al Mundial que deberían ser, en realidad, un asunto policial y civil, no militar. Algunos panelistas, en una "mesa redonda" callejera, sin mesa y apenas con sillas de plástico, describían los detalles de esa movilización militar y de la coordinación internacional de inteligencia que funcionará durante la Copa pero que no será desarticulada después, sino que seguirá en funcionamiento. En un país donde las violaciones a los derechos humanos de la anterior dictadura militar no han sido esclarecidas todavía, esto le causa escalofrío a mucha gente. En este caso, los protestantes parecían ser, en su mayoría, estudiantes universitarios, pues andaban con libros, cuadernos, salveques, vestían de forma casual y desenfadada, andaban despeinados y tenían tiempo para protestar. Pero también había indigentes, gente trabajadora, profesores y un miembro del clero católico. La mayoría de los trabajadores salía de sus trabajos en tiendas o comercios céntricos y se dirijía a las estaciones de autobus y metro para iniciar el largo viaje a sus casas.

Mientras tanto, en el Teatro Municipal se presentaría la ópera Carmen de Georges Bizet. Quienes se acercaban para ingresar al teatro rodeaban la protesta, subían por las áreas laterales de la escalinata y entraban. Algunos, aún jóvenes, quizá graduados universitarios que hasta hace poco vivían el ajetreo de sus campus y ahora se desenvuelven profesionalmente, se detenían para escuchar. Algunas parejas de señores burgueses, de saco y corbata ella y vestidazo ella, se abrazaban más fuerte, subían rápido y no volvían a ver. También lo hacían parejas jóvenes pero ya completamente aburguesadas, vigilando de reojo la manifestación de los greñudos. Otros, simples amantes de la ópera vestidos de suéter de lana, jeans y zapatos deportivos se detenían, escuchaban, aplaudían y luego entraban, dispuestos a escuchar también la historia de una gitana seductora y un soldado apasionado en un teatro de aspiraciones europeas construído por la bonanza los cafetaleros paulistanos.