domingo, 15 de julio de 2018

Leyendo en la hamaca de Villa Hermosa

Tumbado en la hamaca de Villa Hermosa de La Boca, escuchando el romance de las aguas del Caribe con la roca de las caletas y mirando las filas verdiazules de la Sierra del Escambray, releí las mil variedades de los amores de consolación de Florentino Ariza en El amor en los tiempos del cólera.  

Abdel y Jazmina, mis nuevos amigos franco-argelinos, una pareja amorosa, me preguntaron qué hacía.

--Trabajar --, dije medio en broma. --Es un placer.

Lo dije medio en serio también. Estoy considerando incluir la novela de García Márquez en mi curso del otoño sobre el amor y la amistad en la literatura. 

Por ratos leí además la edición bilingüe, con traducción al inglés, de los Versos sencillos de José Martí que compré en la librería El Centenario del Apóstol en La Habana. Acá les comparto unos versos y hago mías las palabras de Martí:

Si ves un monte de espumas
Es mi verso lo que ves:
Mi verso es un monte, y es
un abanico de plumas.
Mi verso es como un puñal 
que por el puño hecha flor:
Mi verso es un surtidor
Que da un agua de coral.
Mi verso es de un verde claro
Y de un carmín encendido:
Mi verso es un ciervo herido
Que busca en el monte amparo.

Es hermoso el amparo que ofrecen el Caribe esmeralda y los montes del Escambray.


Mi trabajo es un placer

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