Un manto espeso de bruma escondía en el misterio la superficie del Lago Prospect. Cuando llegué a orillas de éste, un poco más temprano de lo acostumbrado, había aún suficiente claridad para observar todo el entorno. Alrededor del lago, los árboles sin hojas y los pastizales amarillentos le daban un toque sombrío al ambiente. Llovía. Las gotas se lamentaban al caer sobre la capa fina de hielo que cubría la superficie próxima del lago.
Hubiese esperado que esto le restara vida y gozo al momento y lugar en que me encontraba presente. Y sin embargo la bruma le daba un aspecto de vitalidad a la escena. Me parecía el aliento vital del lago al exhalar, al soplar, al liberar su espíritu en forma de vaho blanco. Del misterio nacía la Vida.
Arreció la lluvia, se dispersó la bruma bajo el aguacero fuerte y tuve que venirme a casa. Llegué empapado. A pesar de los pies mojados y el frío en la piel, sentía un delicioso calor vital en el corazón y un renovado agradecimiento pues el lago me había regalado otra experiencia inusitada.
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