jueves, 15 de octubre de 2015

Chorreando café de Dota

Hoy me levanté atrasado y bostezando mucho. Fui directo a la cocina. Saqué la bolsa de café de la refri, le quité la prensa, la abrí y olí el delicioso aroma de los oscurísimos granos molidos. Pusé el agua a hervir y coloqué el filtro de tela en el chorreador pintado de anaranjado y decorado con motivos de carreta de bueyes de Sarchí. Coloqué mi taza adornada con diseños cabécares bajo el filtro. En éste puse el último puñito de café Reserva Especial de CoopeDota que me quedaba. Lo había comprado en julio en Santa María, en la sede de la cooperativa. Cuando hirvió el agua, la filtré lentamente y observé el chorrito de café llenar mi taza mientras sentía el aroma de café chorreado en el vapor que subía del filtro. Luego saboreé el café chorreado con gusto. Pensé que cada taza de esa bolsa que bebí, la bebí con gusto, y cada taza que ofrecí, la ofrecí con amor. Espero que la próxima que beba y la próxima que ofrezca lo sean con gusto y con amor, en Tiquicia.

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