sábado, 19 de mayo de 2018

Ángeles junto al enebro

Elías desfalleció bajo la sombra de un enebro. Jezabel lo perseguía para matarlo y Elías huía al Monte Horeb. Después de andar todo un día por el desierto, abatido tras luchas, decepciones, traiciones y tribulaciones, se sentó bajo un enebro y le dijo a su Dios que quería morirse: "¡Basta ya!" Se acostó y se quedó dormido. Pero un ángel lo tocó y mostrándole comida y agua le dijo: "Levántate y come". Elías lo hizo y volvió a dormirse. El ángel le permitió descansar de nuevo antes de tocarlo por segunda vez y decirle: "Levántate y come, porque largo camino te resta". Elías se levantó, comió y bebió por segunda vez. Según la narración, Elías, "fortalecido con aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios" (I Reyes 19).

Yo pienso que los textos sagrados de todas las grandes tradiciones religiosas de la humanidad son fuentes de sabiduría. Son historias, reflexiones y poesías humanas que aguzan nuestro entendimiento y enriquecen nuestro espíritu.

La historia de Elías camino del Monte Horeb ha sido importante para mí en varios momentos de mi vida. ¿Cuántas veces ya he caído rendido bajo el enebro? Y todas esas veces, ángeles me han cuidado al dormir y luego me han tocado para animarme a nutrirme y retomar el camino.

Todos desfallecemos. Todos tenemos momentos de cansancio vital en los que nos preguntamos: ¿Hacia dónde voy? ¿Vale la pena? ¿Hacia dónde me llevás?

Elías al menos sabía que iba hacia Horeb, el monte de su Dios. Yo ni siquiera sé para dónde voy. ¿Qué sigue? Estoy sentado bajo el enebro. Quiero descansar. ¿Por qué el Amor no parece dar frutos? Merezco descansar. No es aún el momento de echar a andar. Pero sé que hay ángeles junto al enebro. 

Anoche salí a bailar con amigos y amigas al ritmo de Yotoco en Barbès. No hablé sobre mí. Solamente bailé con mi gente. Hoy por la tarde fui de nuevo a bailar con ellos a ritmo de Yotoco y el dj tres dos en el festival del Essex Street Market. Llovía y hacía frío. No hablé sobre mí. Nos calentamos bailando. De casualidad me encontré también a Lara, percusionista de Ladama Project, y su enamorada Carina. Nos abrazamos con alegría.

Todos ellos han sido mis ángeles, cuidándome junto al enebro sin saberlo ni haberme visto flaquear.

Sé también que mi fuente vital es el Amor. En ello confío. Aunque esté bajo el enebro, sé que esa fuente me alimentará  y fortalecido echaré a andar de nuevo. Y como siempre lo he hecho, dejaré que el Amor me guíe a mi nuevo destino. 

Rembrandt: "Elías y el ángel en el desierto"

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