Esta noche Regional era un cuarteto: un acordión, una pandereta, una guitarra eléctrica y una guitarra de siete cuerdas. Para mi gusto faltaban un cavaquinho y una flauta o un clarinete. Pero el cuarteto se la jugó bonito. Por momentos el acordión sacaba tonos de clarinete y la guitarra eléctrica imitaba un pizzicato de cavaquinho. Deleitaron a la audiencia con muchos chorinhos y un par de sambas.
Y tuve un momento de sagacidad, de insight, de epifanía, importante. Regional tocaba el choro lento y suave Migalhas de amor cuando me di cuenta que se podía bailar a paso de bolero. El panderetero marcaba el paso: un-dos-tres-pausa, un-dos-tres-pausa. Volví a ver si había alguna mesoamericana o caribeña para marcarle un bolero, pero no. Las brasileñas estaban acompañadas y las gringas no saben qué es un bolero. No importa. Hice el pasito de bolero solito y con cadencia.
Regional siguió tocando algunos choros más animados, pero cuando interpretaron Cordas de Aço lo confirmé: se podía bailar ese choro a paso de bolero.
Cuando terminó el recital, a paso de bolero me fui caminando hasta la piscina.
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