lunes, 30 de abril de 2018

Crónica: El primer susurro del Savegre

Últimamente pienso mucho en el agua. En parte por el Tao Te Ching 8. En parte por la poesía de Rumi. Y en parte porque fuego soy y en el agua busco a mi ninfa. Aquí va otra reflexión acuática.

Estuvimos en familia en San Gerardo de Dota hace un año, entre montañas y bosque nuboso, a orillas del río Savegre. Entonces escribí esta crónica, ahora publicada en ViceVersa: "El primer susurro del Savegre". La semana que viene se publica el "segundo susurro". 

Aguas sabias y claras (Foto: Johannes ©)

sábado, 28 de abril de 2018

Lluvia de magnolias

Llueven pétalos
albirosa de magnolia
traídos por el viento. 
Giran como bailarinas
en el aire, caen
y embellecen 
mi jardín primaveral.
Mi corazón danza.

Éstos son mis versos sencillos, inspirados por una lluvia matinal de pétalos de la magnolia en el jardín trasero de mi cuevita y por los siguientes versos del poeta místico Rumi:

Escúchame: por un momento
deja de sentirte triste. 
Escucha las bendiciones
derramándose como pétalos
a tu alrededor.


Pétalos de magnolia (Foto: gaby..*)

viernes, 27 de abril de 2018

Dos ángeles en la niebla

Navegaba a la deriva
escuchando el incesante oleaje
y sintiendo el aliento del mar
por entre el banco de niebla
que velaba mi vista.

Dos ángeles vinieron a mi encuentro. 

Una, piel de canela y cardamomo, 
aromas de azahar y sabor a cocos frescos.

Otra, piel de cúrcuma y achiote, 
aromas de jazmín y sabor a agrestes mieles.

Ángeles marítimas y sensuales,
surgidas del Mediterráneo y del Pacífico,
vinieron a mi encuentro en aguas atlánticas, 
me guiaron a puerto y refugio 
para regalarme ternura y descanso.

Jazmín de azahar (Foto: barloventomágico)

jueves, 26 de abril de 2018

Suburbano: "No tener, ser"

No tener nada, ser todo: consejo que la Vida me ha dado una y otra vez, al dejar irse libre a quien amo, al soltar lo que anhelo. No tenemos nada, ni a nadie. Sencillamente somos y si queremos y nos queremos, nos acompañamos. 

Comparto mi segunda colaboración con la revista Suburbano, con este título extraído de un poema de Mia Couto, "No tener, ser". Mis colaboraciones seguirán publicándose quincenalmente, cada dos jueves. Esto me alegra e ilusiona.

Niñas jugando en Ayacucho: no se tienen, son amigas y hermanas (Foto: Yanina Patricio)

domingo, 22 de abril de 2018

Ángeles en Brooklyn

Han florecido los cerezos de manojos níveos. Los fresnos verdes se han adornado con brotes albos. Junto con estos ángeles floridos, a Brooklyn han llegado mis amigos de la guarda para cuidar mi apasionado corazón carmesí.
 
Fresno verde en flor en Windsor Terrace

sábado, 21 de abril de 2018

Amigos como sol de mediodía

Llegaron mis amigos a traerme alegría, a iluminarme como sol de mediodía.

Una pareja vino en tren desde Filadelfia. Disfrutamos de las muestras de arte y fotografía sobre migrantes, inmigrantes y oprimidos en el New Museum y el International Center of Photography. Tomamos un café y luego un tequila. En tres horas juntos compartimos como lo hemos hecho toda la vida. Aunque pasen años nos entendemos. 

Otra pareja voló desde Cork, Irlanda. Escuchamos juntos la música en vivo de Warren Malone y luego de Niall Connolly. Tomamos una cerveza. Luego otra. En pocas horas reanimamos nuestra fraternidad, un lazo fuerte de amor más allá de la amistad. Y nos queda el fin de semana para disfrutar. 

Gracias a la Vida por los amigos que nos traen alegría como sol dorado en una mañana azul zafiro. Gracias porque hacen a nuestros corazones brillar como rubíes aunque estén en bruto. En la imperfección de nuestra gema sin pulir, hallan belleza y causan destellos de amor.


 Música: Niall Connolly. Video: Len Monachello. Protagonistas: Luna y Sol

jueves, 19 de abril de 2018

Amor Suburbano

Me alegra compartir mi primera colaboración con la revista literaria Suburbano, editada en Miami por un peruano pero con proyección al mundo de letras Hispanoamericano. Es un texto cortico pero lleno de sentimiento: "'El amor, tal vez: leyendo a Mia Couto en Manhattan'". A principios de este año me propuse encontrar nuevos espacios para publicar un poquito de lo que escribo. Las nuevas colaboraciones quincenales que aparecerán Suburbano son para mí un honroso y alegre paso. Lo comparto aquí, un espacio más bien íntimo y anónimo. Si alguien lo lee, es un milagro, como el verde iluminarse de una vagalume o luciérnaga en la oscuridad nocturna del campo. ¡Salud!

Poemario Vagas e Lumes en una tarde de verano tardío

domingo, 15 de abril de 2018

Mejenguita en el Parque Prospect

Caminaba ayer por el Parque Prospect junto al lago cuando vi una bola azul de fútbol número 4 extraviada en el zacate. Había muchas familias y grupos de amigos haciendo picnics y gran cantidad de chiquitos jugando. Miré alreador para identificar a los dueños de la bola. No vi a nadie atento. Me acerqué a la bola y me puse a hacer series con ella, obedeciendo un impulso al juego que rara vez he podido permitirme desde que me lesioné gravemente la columna. Pero ayer quería jugar y me puse a levantar la bola y mantenerla en el aire haciendo series con ambos pies. No he perdido mi habilidad todavía.

En eso estaba cuando se me acercaron dos niños, uno moreno, de pelo lacio negro, de seis años, y el otro afroamericano, rapado, de cuatro años. Me preguntaron si quería jugar con ellos. Les dije que sí. Entonces ellos formaron su equipo y yo solito el mío. Era muy importante que tuvieran nombres los equipos. Ellos escogieron Lion Skeletons o ¡Esqueletos de León! Al mío le puse Eagles o Águilas, por aquello de Huitzilopochtli. Luego ellos escogieron los arcos. El que ellos defendían era el tronco de un roble. El que yo defendía era un muro de piedra de 15 metros de ancho. Creo que no se dieron mucha cuenta de la injusticia.

Empezamos la mejenga, dos chiquitos contra un lesionado. Yo los marcaba apenas para que tuvieran que pasarse la bola entre ellos. Les dejaba el arco abierto. El mayor me marcaba a mí como defensa y el menor se convertía en portero. Corrimos bastante. Driblé, me driblaron. Bailé, me bailaron. Jugue, jugamos. Perdí 7-2. Gané dos amiguitos por media hora. Sentí el gozo de jugar fútbol por primera vez en casi tres años, desde que jugué con mis amiguinhos Felipe, Tiago, Lucas y compañía en Marília, Brasil, la última vez que fui. Ayer en el parque viví un momento no sólo de alegría sino de verdadera felicidad.

Mejenga en Madagascar, donde hasta ahora no he jugado (Foto: Rackyross)

sábado, 14 de abril de 2018

La felicidad en una simple magnolia

La felicidad vive en lo simple. Cuando Alba llegó a acariciar mis párpados con sus dedos níveos al amanecer, yo la esperaba despierto. Aún así disfruté su caricia, me levanté y miré hacia el jardín. Las flores del árbol de magnolia se han abierto completamente al mundo. Me alucina su belleza bajo el cielo azul. Soy feliz por poder disfrutar estos detalles que me trae la Vida.

Magnolias mirando al cielo azul (Foto: Paula W)

miércoles, 11 de abril de 2018

Dos regalos de Azogues

Cuando viajé de Cuenca a las ruinas incas de Ingapirca, en los andes ecuatorianos, pasé por Azogues. En los puestos de comida a la vera de la carretera Panamericana las señoras indígenas preparaban el hornado, una forma típica de cocinar el cerdo en la región. La Iglesia de San Francisco coronaba al pueblo en lo más alto del cerro. El ascenso era empinado pero valía la pena por la vista hermosa del pueblo y las montañas circundantes. Contemplando el paisaje desde la estrecha explanada frente a esa iglesia, me hice amigo de Evi, una muchacha húngara que entonces era maestra en Queens. Y poco después, ya de vuelta en Brooklyn, conocí a W, quien había emigrado desde Azogues hasta Queens. Osea que Azogues me regaló dos buenas amistades. Comparto la crónica de una de esas amistades, un perfil personal de un amigo ecuatoriano: "W el aguzado, de Azogues a Queens". 

Azogues coronado por la Iglesia de San Francisco (Foto: Wendy)

sábado, 7 de abril de 2018

Una nota y siete corcheas para despertar

Me despertó su canto. Antes de abrir mis ojos, lo escuché. Siete silbidos: siete corcheas, una sola nota aguda. Reconocí su voz: un cardenal. Escuché ese mismo canto por primera vez hace muchos años, en Arkansas, cuando conocí a este pájaro de máscara negra y plumaje rojo, entre escarlata y carmesí. Esta mañana, al escuchar su canto, abrí mis ojos, me levanté, observé desde mi cocina el jardín trasero de mis vecinos y atisbé de nuevo ese color a pasión, amor y primavera. Di gracias a la Vida por tantas vivencias sensuales y por un nuevo día pleno de ellas.

Cardenal (Foto: CarlosCubano)

viernes, 6 de abril de 2018

Ritmos y sabores de una amistad: buenas nuevas y crónica

Primero las buenas nuevas: nació D.A.A, el bebito de mi amiga M. S.-A. Tanto la madre como el bebé se encuentran alegres y saludables. Ella me envió una foto muy tierna de su chiquito recién nacido. Mi crónica de esta semana, "Ritmos y sabores de una amistad," narra mi amistad con M y explica el contexto de esta noticia que comparto. ¡Felicidades! ¡Salud!

"Madre e hijo" (Foto: yolypeke)

miércoles, 4 de abril de 2018

Campanas amarillas de forsitia

Hoy quería viajar al encuentro de amigos en las montañas Catskills. Mi cuerpo-mente, sin embargo, me exigió descanso. Mis deseos de viajar a lo largo de la ribera del Hudson y luego por caminos rurales para visitar amigos en las montañas se vieron frustrados. Lo mejor que podía hacer, entonces, era aceptar el momento y virar mi atención hacia las alternativas que la situación me ofrecía. Cuando mis anhelos y pensamientos se ven frustrados, procuro volcarme hacia mis sentidos, por ejemplo, al sentido de la vista. 

Hoy vi el destello azul del plumaje de una urraca en vuelo: la primera de esta primavera. Se posó en un árbol en el jardín detrás de mi apartamento. Allí mismo observé los brotes blanco y vinotinto de la enorme magnolia en el patio de mis vecinos. No se han abierto los brotes pero pronto lo harán. 

Salí a caminar y vi el primer cerezo en flor de mi vecindario. Ya despliega sus manojos de flores rosa tirando a magenta. La intensidad de su color se imponía ante el triste gris del cielo, como un gozo que no se deja apagar o como una pasión que no se deja extinguir.

Pero mi principal deleite hoy fueron las campanas amarillas de forsitia. Los arbustos en mi barrio, el Parque Prospect y el Jardín Botánico florecieron hace poco más de una semana. La explosión de amarillo ha sido una inyección de alegría en medio de un invierno que se alarga. El lunes nevó y sin embargo las campanas amarillas resistieron. Aún embellecen los arbustos y alegran vistas atentas y corazones sensibles. 

Por su belleza y resiliencia di gracias junto al lago. No vi a mis amigos, pero contemplé a las forsitias y me recordaron la alegría que ellos me brindan. 

Forsitia y magnolia en flor bajo cielo gris (Foto: Pierantonio Agustoni)