El martes por la noche mi primo Allan cantaba en un bar en Tibás, Kabbalah. Ya había invitado a Isa, mi compa de la piscina. Cuando me preparaba para ir a buscarla, me llamó Jahel. El ensayo en el teatro había estado estresante y quería una birra. Se apuntó a ir con nosotros. Pasé por Isa, luego por Jahel y nos fuimos. Se suponía que Kabbalah quedaba frente a la Kabaña en el cruce Tibás-Moravia cerca del AutoMercado. Pero llegamos y la Kabaña ya no existe, y el bar de al lado es Time Out y al frente quedaba Recuerdos. ¿Diay? Un poco apenado porque siendo tico me había perdido con mis amigas mexicana y nicaragüense, llame a Meli, una prima cuarta que recién conocí, y ella me explicó que Kabbalah queda sobre Recuerdos. Por fin, llegamos. Allí estaban algunos tíos y primos y otra gente tomando unas cervecitas. Les presenté a Jahel, ya conocían a Isa, y nos pusimos a conversar.
Allan se preparaba. Esa noche era especial pues cantaría en San José, frente a familia y amigos. Hace años representó a Costa Rica en el festival OTI. Pero como ahora vive en Houston y trabaja mucho, viene poco a Tiquicia. En Houston, canta con su orquesta de salsa tres noches por semana. En parte lo hace para terminar de juntar los dólares para los gastos de cada mes. Pero principalmente lo hace porque lo disfruta, porque es su vocación. Empezó con boleros y saqué a Meli. Pasó a algunas baladas en inglés e incluso una clásica: "New York, New York" conocida por la interpretación de Frank Sinatra. Cuando la cantó, mencionó que yo vivo ahí, y mis tíos, primos y amigas me aplaudían, vacilándome, como si yo fuera responsable por la fama de la ciudad. Luego ya cantó salsas clásicas y las bailamos todas. Con Meli bailé la salsita que más me sabe siempre, "Llorarás" de Oscar de León. ¿Por qué será que me sabe tanto?
Se nos pasaron las dos horas volando. La gente pedía más pero esa noche la música terminaba a las 11 pm. Tan temprano y Jahel, Isa y yo con hambre.
--¿Qué hacemos?
--¿Vamos a comer a Yogui's?--sugirió Jahel.
--¡Ay sí!--dijo Isa.
Yo no sabía qué era Yogui's. Las muchachas se miraron desconcertadas.
--Dani, no lo puedo creer. ¿Tú siempre andas pidiendo el desayuno típico en la Feria Verde y no conoces Yogui's?--me preguntó Jahel.
--Diay...¡no!
--Ah no Dani.
--Diay, jale.
Allá nos fuimos. Yogui's resultó ser una soda famosísima que sirve platos típicos las veinticuatro horas del día a precios baratísimos. Isa en realidad conocía la Yogui's original, una soda popular, frecuentada por taxistas, en Desamparados. Jahel se refería a la de los Yoses, pues ella la frecuenta y nos quedaba mucho más cerca.
Cuando llegamos, examiné el salón, enorme y muy iluminado. A la izquierda había un larguísimo mostrador de atención que fungía como barra para comensales también, con banquitos estilo diner simétricamente espaciados en hilera. Al lado de los enormes ventanales frontales y a lo largo de la pared derecha había mesas sencillas y laminadas para cuatro personas cada una. Aquí y allá comían varios grupos de gente variopinta: algunos universitarios, otros trabajadores, grupos de amigos y amigas, un par de parejas.
El menú, una serie de láminas colgadas del techo sobre el mostrador, ofrecía de todo: sanguches, gallos, empanadas, gallo pintos, casados, enyucados, refrescos naturales. Pero los tres queríamos lo mismo: gallo pinto con fresco de tamarindo. Jahel pidió el gallo pinto con huevo y el tamarindo con linaza. Isa el gallo pinto con carne. Y yo sólo el gallo pinto, sin nada, y el tamarindo. Cuando nos los sirvieron, cada plato traía una montaña de gallo pinto y el vaso de fresco era enorme. Fue como desayunar a media noche. Y si nos costó seis mil cañas todo, fue mucho. Entre este bocado y aquel sorbo, conversamos bastante.
Isa comparó la soda de los Yoses con la de Desampa: --Aquella es más abierta y sencilla y hay muchos taxistas. Aquí no. Esta es más fresita--. Estoy seguro que tenía razón. Igual, para el barrio de los Yoses, es un lugar extraordinariamente simple y barato. Les conté que Rio, el bar de al lado, antes era el punto de encuentro de los sodas más sodas, o los fresas más fresas, de Costa Rica, hasta que se fueron para Escazú donde les gusta sentirse como en Miami. En tal contexto con esos antecedentes, Yogui's me pareció un milagro feliz y popular.
Y lo que más disfruté, lo que más me gustó, es que una mexicana y una nicaragüense me llevaron a Yogui's a comer comida tica.
Después de haberlas dejado en casa, mientras manejaba a la mía, sonreía y escuchaba más salsa en la Zeta FM, 95.1. Me hubiera gustado escuchar "Vivir mi vida" para matizar la noche.
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