domingo, 1 de enero de 2017
Sentirme Pacífico, respirar y flotar
Se acababa el año. En playa Herradura desde media mañana, Isa se bronceaba leyendo Única mirando al mar y yo perseguía la sombra del almendro, pues el pochote quedo deshojado y pelón. Yo leía American Philosophy: A Love Story. El libro era bueno pero de repente el sentimiento me iluminó el entendimiento y me di cuenta de que lo mejor que podía hacer era cerrar sus páginas y mirar al mar. Y escucharlo. Y olerlo. Y entrar en él para sentirlo y hasta saborearlo. Y sentirlo Pacífico en mi ser. O quizá: sentirme Pacífico en su ser. Y abandonarme, dejarme llevar por su gentil oleaje en la bahía, flotando de espalda y mirando al cielo y respirando. Sólo necesitaba respirar. Era suficiente para flotar. Del resto se encargaba el océano, el cosmos, la Vida.
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