Las ramas del plátano de sombra danzaban en el viento y sus hojas amarillentas se estremecían. En el fondo, el azul brillante del cielo intensificaba el efecto claroscuro de las hojas al temblar.
Yo necesitaba un momento de paz. De quedarme muy quieto y en silencio y sentir. Todavía me duele la frontera texano-mexicana como una herida abierta y sangrante. Y acá en Brooklyn me revolotean en el corazón sentimientos muy intensos que necesitan encontrar su expresión más natural e integral en cuerpo, corazón y alma.
Por ello, decidí quedarme quieto un ratico esta mañana antes de lanzarme al ajetreo - quedarme quieto y buscar lo simple e integral como en esta crónica: Por la ribera del Hudson. Dice Anto que es mi mejor crónica hasta el momento. En todo caso, expresa una búsqueda sincera y constante, que se renueva cada día.
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