lunes, 13 de noviembre de 2017

Tranquilidad dominguera entre boricuas

Llegué a la hora del brunch a casa de mis amigos puertorriqueños, C la fotógrafa y R el DJ Tres Dos. Comenzamos con panqueques con yogurt y frutas rojas acompañados de café espresso. Hicimos una breve pausa bien tertuliada y continuamos con aceitunas y queso manchego. Luego salió el baguette tostado con mantequilla y anchovas. Ellos acompañaron la picadita con vinito tinto. Yo con más café, pues se suponía que debía regresar a casa a calificar ensayos. 

Y sin embargo la música en el tocadiscos - cumbias colombianas, folclore chileno, percusión árabe - me animaba y la conversación con mis amigos me interesaba tanto, que se me fue todo el domingo allí en su casa. Cuando salí, ya oscurecía. 

Me sentí alegre: llegué a comer brunch a casa de unos amigos boricuas y terminé quedándome todo el día. 

La experiencia me recordó mis primeros domingos en São Paulo, hace doce años. Yo recién llegaba de Gringolandia, donde generalmente cuando te invitan a alguna reunión o fiesta, de una vez te dicen a qué hora se acaba, para que no se te ocurra quedarte más. Pero en São Paulo mis amigos - Gelio, Alex, Flávia, Moranguinho y compañía - se encontraban los domingos para almorzar. Sabías a qué hora empezaba el ágape pero nunca a qué hora, ni dónde, terminaría la tertulia. ¡Me sentía tan libre y relajado!

Ayer, con mis boricuas, reviví aquella tranquilidad dominguera.

Tocadiscos Tres Dos regalándonos alegría colombiana

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