Ya me había acostado a dormir pero se me vino este poema. Es el que debí escribir antes, muchas veces, en distintas ocasiones. Lo escribo a destiempo. No creo que sea bueno pero lo escribo ya porque por la mañana por la mañana se me habrá fugado. Es una mezcla de amor apasionado a la Federico García Lorca y viga agreste a la Jorge Debravo. Pero es un poema al revés, sin despecho ni angustia por el desamor, sino dándole vuelta a la tortilla, osea como diciéndole: ¡Andá a comerte un churro!
Las frías ráfagas de tu indiferencia
barren mis desolados campos.
Recojo briznas de hierba y ramas secas,
rastros de tus vagas promesas
y mis antiguas ilusiones.
Enciendo mi fogata en el descampado.
¡Y olé!
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