El domingo me encontré para almorzar con Sebastián, el líder de Yotoco. Quería agradecerle pues me otorgó permiso para citar versos de su canción "Indocumentado" en mi libro por salir publicado, Resilient Loving. Lo había invitado a Geido en Flatbush Avenue, mi japonés favorito, pero estaba cerrado. Pero fue un feliz contratiempo, pues Sebastián sugirió que fuéramos a 5ive Spice: Tacos and Banh Mi, un vietnamita en 5th Avenue que resultó una joyita culinara desconocida para mí. Yo pedí sopa pho de vegetales y Sebastián un "sanguche" banh mi de chancho. Lo demás fue tertulia. Es gracioso: él es ingeniero y músico, pero quisiera ser también filósofo, no profesional, pero sí cultivar el pensar y vivir filosófico más profundamente. Yo soy filósofo, fui matemático, quizá soy un poquito poeta y bailarín por entusiasmo y ganas, pero quisiera ser músico. Esa, sin embargo, es una buena fórmula para la amistad.
El domingo Sebastián me enseñó sobre rumba y percusión cubana ligadas a rituales religiosos de orígen africanos y yo no le enseñé ni jota pero le hablé un poquito de filosofía moderna y de Kant, pues le interesa. Me pregunté si alguna vez escribí una canción y le dije que no pero que en la época universitaria escribía poesía. --¿En español?--, me preguntó. Pero le expliqué que no: como estudié todo en inglés, incluyendo literatura estadounidense, británica e irlandesa, mal imitaba lo que leía y escribía en inglés. Se rió y me dijo que él lo que hizo fue dividirse en dos cuando emigró de Colombia para Florida: la ingeniería y matemática la estudió en inglés, pero todo lo artístico y cultural lo cultivó en español. --Escribía pésima poesía imitando a Pablo Neruda, ¡era horrible!--, confesó riéndose de si mismo. --Diay, somos cajas de resonancia, tenemos que imitar voces y sonidos hasta que nos va surgiendo la propia--, dije. En realidad, él como compositor de letras y música con raíces colombianas ya tiene su voz. Yo no creo tenerla en poesía, pero creo que he tenido momentos de filosofía lírica originales. --A ver cómo me va con Resilient Loving--, le dije. No le conté sobre estos Apuntes y Postales. Me da "güergüencita".
Lo que sí compartimos fue una agradable tertulia de almuerzo dominguero, matizada por un buen café vietnamita para alargarla. Luego él regresó a leer Murakami en su casa y yo me fui al Kos Kaffe a corregir exámenes. El domingo, en todo caso, ya había valido como un buen día.
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