Por dicha después de cenar vamos al BAM Rose Cinema a ver la película Certain Women de Kelly Reichardt. Descubrimos una cinta bellísima, sencilla, minimalista pero profunda, que cuenta la historia de varias mujeres independientes en Montana. Poco a poco vamos descubriendo la trama y la vida de los personajes. Laura es la abogada de Fuller, un ebanista y carpintero machista que sin embargo sufre profundamente pues sufrió un accidente laboral y sus patronos lo engañaron con un trato para que no pudiese demandarlos. Es soltera y tiene un amorío con un tipo que no le da mucha atención emocional porque es casado. Gina es una mujer empresaria, cuyo marido es también su empleado. Éste, a su vez, es cómplice del rechazo de la hija de ambos hacia Gina. Pero no pueden dejarla porque sin ella les iría mal. La tercera mujer es una joven de raíces indígenas, probablemente Sioux, que cuida sola los caballos en los establos de una gran hacienda. Su única compañía en la vida es su perrito fiel. Pero empieza a llevar una clase nocturna en la escuela del pueblito cercano y entabla una sutil relación con la profesora, Beth, una abogada recién graduada que da el curso sin interés, por pura necesidad. Beth tiene que viajar cuatro horas de ida y cuatro de regreso dos veces por semana para dar la clase. Pero después de la clase siempre va al diner del pueblo a comer una hamburguesa, mientras la muchacha la acompaña y no come. El filme cuenta estas tres historias, con nexos tenues entre sí. Pero las cuenta con tanta delicadeza, con tanta atención a los detalles sutiles de la vida de estas mujeres, que te hipnotiza. Y el final te sorprende y te deja pensando.
Cuando salimos, Tsun-Hui y yo decidimos que necesitamos tomar algo mientras comentamos la película. Así que atravesamos la calle y entramos a Berlyn. Este restaurante alemán tiene un bar pequeño pero atractivo, muy rico para sentarse a tertuliar. Tsun-Hui pide un coctel de ron y yo una pilsener alemana. Es suave y deliciosa. Bebemos poco a poco mientras intentamos interpretar las historias y los personajes. Solo entonces caemos en la cuenta de que la muchacha solitaria no menciona nunca su nombre, ni nadie se lo pregunta, ni siquiera Beth. Y ella, sin embargo, llama por sus nombres a los caballos y a su perrito. Es una chica solitaria, pero no triste. Es un poco estoica pero también sensible. Una paradoja. Y así las demás.
Para alargar la tertulia, ella pide un coctel de tequila y yo otra pilsener, y continuamos. A fin de cuentas conversamos sobre la fortitud de tantas mujeres que viven sus vidas con silenciosa dignidad.
Me alegra haber visto esta cinta con Tsun-Hui. Y me hubiera gustado verla con mis hermanas. "Voy a recomendársela a ellas para cuando llegue al Magaly," pienso, mientras saboreo la cerveza en una pausa agradable y plácida en la conversación.
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