Raro evento este otoño: hoy el cielo amaneció completamente nublado. Mientras desayunaba, puse un programa radial, pero había demasiados lamentos y lo apagué. Preferí el silencio.
Garuaba cuando salí de casa. Sentí amenaza de lluvia en el ambiente. Y sin embargo, mientras esperaba el B68 en la parada frente a Prospect Park, el follaje del otoño me pareció hermoso, aún bajo el cielo gris. Los amarillos y naranjas de tonos mate colorían la mañana con un toque sutil y reconfortante. Viajé hasta el campus en paz.
A mis muchachos y muchachas, sin embargo, los encontré tristes. El gris del cielo y la garúa les pesaban, como si anunciaran la tormenta que se viene. Algunos durmieron poco y mal. Otras se emborracharon un poco para matizar el golpe. Muchos son inmigrantes. Otros son afrodescendientes, latinos, asiáticos del sur y del este, nacidos en la Yunai.
Les pedí que apreciaran la belleza de este día en tonos mate. Habrá que resistir. Pero también habrá que amar y compartir la belleza con todos los que quieran compartirla con nosotros. Hay una sobria dignidad en esa capacidad de compartir y ofrecer lo que otros nos niegan.
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