lunes, 7 de noviembre de 2016

Lunes suave como un bolero

El semestre avanza y se va complicando. Se me empieza a llenar la cabeza de quehaceres mayores y menores, fechas de entrega de proyectos, lecturas rezagadas, lecciones por planear, trabajos por corregir, reportes pendientes, reuniones por programar y demás. Por esto hoy estuve a punto de empezar la semana acelerado. Pensando en que me faltaban algunos trabajos por calificar antes de mi primer clase del día, me levanté más temprano, hice mis estiramientos un poco apresurado, me duché, desayuné y salí preocupado por perder el bus. Y ¡zás!, en la esquina de mi casa me di cuenta que había salido de mi casa sin mi almuerzo. Regresé, entré y salí corriendo, ya con la lonchera en la mano, y me apresuré a la parada. A veinticinco metros de llegar, vi pasar el bus y seguir recto. Me dejó. 

Fue la Vida diciéndome "Suave que es bolero". Mi parada queda frente a una entrada de Prospect Park. Esta mañana, como tantas de este otoño glorioso, era luminosa. Bajo el intenso azul del cielo, me puse a observar los dorados, naranjas y ocres del follaje de los árboles y a respirar despacio el aire fresco. Cuando pasó el siguiente B68, yo ya iba relajado. Disfruté viendo a la gente joven y vieja subiendo y bajando, yendo y viniendo.

Luego caminé con brío hasta el campus, al ritmo que mi abuelo Hernán nos llevaba a mi hermana Anto y a mí a la escuela México en San José por las mañanas. Pensé en él. Y ya en la U me dio tiempo de hacer todo. Disfruté las clases, conversé mucho con mis alumnos. Todo salió bien. 

Si la Vida no me hubiera recordado que ella misma es más rica llevándola suave, a ritmo de bolero, quizá hubiera pasado todo el día acelerado, como en la pieza "Manic Monday". Susana Hoffs es muy guapa y me gusta su voz, pero yo prefiero los lunes suaves como un bolero.


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