sábado, 12 de noviembre de 2016
"Ténes que quererlos más": una conversación entre amigos
Acababa de empezar a lavar ropa sucia en la lavandería de la avenida Prospect Park West cuando me escribió Niall: "Claro y yo vamos a comer en Jai Dee. ¿Querés venir?" Aunque me apetecía un plato tailandés, no me daría tiempo. Pero propuse encontrarlos en su casa, a cuadra y media, y caminar con ellos hasta el restaurante mientras se lavaba la ropa. Los fui a buscar.
Cuando los vi, les di un abrazo. Ambos estaban un poco tristes. Los acontecimientos electorales de esta semana en la Yunai les habían pegado fuerte. Niall estaba serio, el ceño un poco fruncido. Su ensortijada y crecida barba roja le daba un aspecto de poeta indignado. Clare se veía muy golpeada. Su rostro blanco es largo, de pómulos levemente insinuados pero de largas líneas desde sus orejas pequeñas hasta la barbilla delgada. Sus ojos azules sobresalen entre las líneas ovaladas de sus párpados, su nariz y sus labios son finos, su boca pequeña pero cuando sonríe te sorprende con una sonrisa amplia. Sin embargo su mirada estaba un poco apagada y se notaba en las ojeras y una ligera inflamación bajo sus ojos que ha llorado esta semana. Quiere a su país y a su gente, y le resulta doloroso que un tipo sexista, xenófobo y odioso, en su discurso y en los hechos, haya podido llegar al poder.
Clare es maestra de arte en una escuela primaria de Red Hook. Le enseña a chiquitos de Brooklyn, pero también de Dominicana, Yemén y México. Aunque creció en Rockaway, un barrio bastante conservador de irlandeses-estadounidenses católicos en Queens, es una mujer cosmopolita. Es sagaz y sensible, y entiende muy bien las razones económicas que llevaron a un populista al poder. Pero creo que por primera vez, como muchos otros amigos míos, ha comprendido las profundidad de una veta nacionalista y discriminatoria que recorre amplias regiones de la Yunai. Además, en la familia de Clare y Niall, entre cuñados, cuñadas, primos, tíos y demás, hay gente de los dos lados de la contienda. Y cuando las tensiones existen dentro de la familia, duelen y cuestan más.
Yo escuchaba a mis amigos tranquilo, conmovido, con algo de compasión. Haber escrito el borrador de Sauntering in America y haberme alejado por un tiempo de la Yunai, me ayudó a sanar las heridas de las decenas de encontronazos, disgustos, insinuasiones e insultos xénofobos que he vivido a través de los años, y a saber cómo lidiar con estas situaciones.
--¿Cómo?--, me pregunta Niall.
--A alguna gente tenés que amarla más de lo que ella te puede amar. Hay personas que no quieren saber de vos. Pero otras sí están abiertas, aunque estén confundidas y temerosas de lo que no conocen y del futuro. A esas tenés que encontrarlas, escucharlas, conversar con ellas y ayudarles a entender que vos querés lo mismo que ellas: bienestar emocional, físico, laboral, espiritual, con amigos y familia a tu lado. Es lenta la aproximación, es difícil, requiere muchísimo de vos, porque tenés que tenerles paciencia y ver más allá de sus reacciones de miedo o enojo, y además cuidarte a vos mismo para que no te hieran. Pero es la mejor forma. Tenés que quererlas más--.
"Al menos para mí, ese ha sido el camino", pienso, después de despedirme de ellos, dejándoles disfrutar la cena tailandesa mientras regreso a la lavandería a poner mi ropa en la secadora.
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