En el patio de luz de nuestra casa familiar me han dado la bienvenida dos calas blancas, bailarinas resplandecientes en medio del verde de las plantas. Y en mi jardín me aguardaban varias angelitas albas, almas amorosas florecidas en la bougainvillea veranera. Estoy en casa, el refugio desde el que se hace posible emprender mi vida peripatética.
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