sábado, 1 de abril de 2017

Una cantora y un filósofo en el Ó do Borogodó

Después del concierto de Miramar, la chilenita me presentó a Laura Ann Singh, la cantante del trío. Le dije a Laura que me encantó su interpretación de "Pétalas Esquecidas," que ya había escuchado otras pero la suya es especial. Eso cambió la conversación del inglés al portugués. Más rico así. Me preguntó dónde había escuchado esas versiones y le dije que en São Paulo.

  --Ah, eu morei em São Paulo. Eu fui lá estudar com uma cantora de samba que está fazendo muito sucesso agora no Brasil, na França, na Alemanha e outros paises. Quál era o nome?--, me dijo.
  --Fabiana Cozza--, adiviné pues sabía que la cantora paulistana anduvo por París y Berlín.
  --Sim, era ela--, asintió sorprendida de que yo supiera el nombre de su maestra de samba.

Yo conocí la música de Fabiana Cozza  por el cd Quando O Céu Clarear que me regaló Alex, uno de mis amigazos de Sampa desde siempre y el mejor de compas paulistanos cuando celebramos abrazados trinfos ticos en el Mundial 2014. Laura estuvo en Sampa estudiando interpretación de samba con Fabiana. 

  --Você esteve lá quando?--, le pregunté.
  --Deixa eu pensar...acho que em 2005--, me respondió.
  --Eu também. Então a gente esteve lá junto--. 

Compartimos una risa cómplice pues estuvimos en São Paulo al mismo tiempo y en los mismos barrios paulistanos. Resultó que Laura anduvo por ahí cantando por la Vila Madalena, bailando samba de gafieira con la Banda Glória y escuchando rodas de samba en el bar Ó do Borogodó mientras yo hacía exactamente lo mismo.

  --A gente de ter se cruzado várias vezes no caminho, né?--le dije.
  --Até provavelmente bebemos uma cerveijinha juntos e não lembramos--.

Y sí, podría ser que nos cruzamos el paso y hasta estuvimos con alguna galera en algún boteco de la Vila Madalena o Pinheiros cantando y bailando juntos. Lo que pasa es que en aquellas noitadas bohemias mi musa era una garota de largos rizos negros, ojos color miel, sonrisa de amanecer, corazón de miel y sensibilidad poética. Esa garota me presentó a Cecília Meireles y me inspiró a escribir el único poema que intenté esbozar por aquellos años y que me encontré escrito en un papelito hace poco tiempo. De hecho el poemita lo escribí después de la primera noche de samba con Analúcia, su amiga Moranguinha y mi amigo Cass en el Ó do Borogodó.

Talvez Laura estuvo ahí esa misma noche. Talvez estuvo el día siguiente en la feirinha de sábado en la plaza Benedito Calixto, comiendo acarajé bahiano y escuchando chorinhos interpretados por los viejitos que se juntaban a tocar en roda en la feria. 

"Ay Laurita, quantas saudades daqueles dias, né?", pensé. Pero no se lo dije porque vivimos en el presente, ella con su familia en Virginia y yo con mis cinco sentidos en Brooklyn, y aunque no nos conocimos en aquella época, nos conocimos doce años después, luego de un hermoso concierto de boleros puertorriqueños en Nueva York. ¡Qué linda es la Vida!

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