martes, 25 de abril de 2017

Vivir los días sin sol

Hoy fue un gris, sin sol, frío, de lluvia pertinaz. Pero en vez de soñar e ilusionarme con días en que el sol me mime y acaricie, con días deliciosos que comiencen dorados por la gloriosa luz de Asahi-sama, acepté el día de hoy por lo que fue y me trajo: silencio, soledad, memorias de verdes jardines japoneses humedecidos por la garúa y la ocasión para leer The Awakening, de Kate Chopin, sin distracciones. Poco más. No hablé con nadie. No miré a nadie a los ojos para intercambiar nuestra luz. No abracé ni le estreché la mano a nadie. Pero días como este también hay que vivirlos para que cuando lleguen los otros, resplandecientes, pueda sentir las caricias del sol en mi piel con mayor deleite y gozarlas con mayor intensidad.

 

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