sábado, 1 de abril de 2017

Enamorarse con los boleros de Miramar

A la chilenita de los rizos castaños no la veía desde que tocó en Subrosa con Bio Ritmo, su grupo de salsa. Mensajeábamos pero ella andaba muy ocupada preparando el concierto de esta noche con Miramar, su grupo de bolero. Cuando escuché, entedí por qué. Miramar esta noche nos regaló a los dichosos en la audiencia una hora y media seguida de boleros bellísimos, interpretaciones deliciosas, arreglos originales, poesía cantada: un desaforo de belleza, vasta y profunda como el mar que evoca Mira-mar y el amor que invoca Mir-amar, sensual como el mar iluminado por un dorado sol que yo imaginaba mientras escuchaba.

Yo ya sabía que la chilenita en realidad es una pianista, organista, compositora y arreglista talentosa, y que a Miramar le dan pelota en NBC, NPR, CNN y esas cosas que ella no cuenta. Pero después de presenciar y escuchar el concierto que M. S.-A. montó, arregló y dirigió desde su piano esta noche, digo con orgullo que esta amiga mía es genial

Este concierto de Miramar era parte de la serie de conciertos de mi universidad, Live@365.  Por ser un evento especial, contaban con una orquesta de gala. La chilenita en el piano y el órgano con Rei Álvarez y Laura Ann Singh en las voces son el alma, el trío. Esta noche los acompañaba el colombiano Sebastián Cruz, a quien conocí en Barbès, en guitarra y requinto, y Giustino Riccio en percusión. Y la delicia extraordinaria fueron las cuerdas: un contrabajo, un violoncello, una viola y dos violines. Excepto el contrabajista, todas las cuerdas las tocaban mujeres. Me pareció significativo porque el alma del concierto y del primer álbum de Miramar es un homenaje a la poeta y compositora puertorriqueña Silvia Rexach, una rebelde y bohemia de la que yo seguro me hubiera enamorado. Sobre todo si la hubera escuchado cantar.

Con toda esa orquesta a disposición, ricitos castaños hizo maravillas en los arreglos. Predominaron los boleros puertorriqueños, pero hubo viajes. Por ejemplo, Laura, cuyo primer amor es la música brasileña, interpretó "Pétalas Esquecidas" que yo conocía en la interpretación de Marisa Monte, ya de por sí una maravilla de delicadeza y sencillez - piano minimalista, guitarra, violoncello y voz. Pero lo de esta noche con Miramar no hay cómo describirlo: la chilenita en el piano, Tomeka Reid en el cello y la voz de Laura. Así ¿cómo no enamorarse de la Vida y la Belleza? Fue tal el desaforo que creo que viví una experiencia mística, experiencia que según mi tradición filosófica romántico-sensualista, es por un lado inefable y por el otro transformadora. La velada con Miramar fue inefable por la sensualidad total de la experiencia; transformadora pues ¿cómo no querer enamorarse de nuevo bailando un rico bolero? Enamorarse, por ejemplo, del mar y del sol al mismo tiempo, enamorarse libremente y siendo libre, sin pedirles nada ni atarse a ellos tampoco, porque las montañas me gustan también y a ellas también quiero entregarme. Mar y sol amar. Porque sí. Como amo la Vida.




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