martes, 18 de octubre de 2016

¿Del Jardín Botánico de Brooklyn a Birmania?

Nos encontramos el sábado por la tarde frente a la Biblioteca Pública de Brooklyn. Ella ha estado estudiando acá para los exámencs de admisión a la escuela de medicina. Ya no quiere estudiar en la biblioteca de Brooklyn College porque dice que se siente atrapada ahí, como si a pesar de haberse graduado no hubiera avanzado nada. Tiene razón. Es mejor que estudie en la gran biblioteca de nuestro borough (distrito) y así vea gente distinta y sienta nuevas vibras y respire nuevos aires. Cuando me ve en la esplanada frente al edificio, me cuenta emocionada que la biblioteca ha organizado un intercambio de libros comunitario. La gente trae sus libros, los dona y la biblioteca los revende por $1. Está contenta porque compró trece libros por trece dólares. Entre las joyas,trae A Passage to India de E.M. Forster y Out of Africa de Isak Dinesen (Karen Blixen). 

La veo tan contenta que pienso de nuevo que esta muchacha va a ser escritora. Su corazón está en ello más que en la medicina. Pero ella misma no se ha dado cuenta y quizá sus padres, como tantos padres del sur de Asia, piensen que ser médica sería mucho más honroso para ellos. Pero es cuestión de tiempo. De hecho, mientras caminamos de la biblioteca al Jardín Botánico me cuenta que ha enviado otro cuento a una revista literaria. Está esperanzada pero no quiere ilusionarse para no llevarse una decepción. Así pasa: escribís algo, lo pulís, lo llevás hasta donde podés, lo enviás a una revista y en la inmensa mayoría de los casos no te lo publican. Decepciona. Pero de vez en cuando, muy de vez en cuando, te llega un sí y te alegrás. A mi amiga bengalí la esperan muchos "¡sí!" 

Ya en el jardín todo lo observa y lo comenta emocionada. Nunca había venido. Entonces le sirvo de guía. Este es mi lugar favorito en Nueva York, especialmente el jardín japonés. Allá la llevo para empezar. El portal torii en la laguna anuncia que estamos en cercanías de un altar sintoísta, le explico. Y entre vuelta y vuelta, llegamos al altar dedicado a un espíritu de la cosecha. Siempre lo visito y en silencio, con manos juntas y cabeza inclinada a lo japonés, le doy gracias a la Vida por todo lo que me ha dado, porque me ha deja'o, me ha deja'o, me ha deaj'o cosa' muy buena', cosas muy bonitas. Me ha deja'o, por ejemplo, esta caminata con M en esta hermosísima tarde otoñal de cielos límpidos, aire refrescante y sol cariñoso.

Del jardín japonés vamos al jardín de Shakespeare y se emociona leyendo sobre las varias hierbas y flores plantadas allí y mencionadas en obras de teatro y sonetos del gran Bard. "¿No te das cuenta? Olvidate de la medicina". Pero le toca descubrirse a ella misma, poco a poco. 

En el estanque de lirios me pregunta si en Costa Rica hay flores de todos los colores. Dice que en Bangladés casi siempre las flores son rojas, amarillas o blancas y le extrañó ver tantos colores lila, morados y magenta cuando llegó a América. ¿Será? "M, ahí tenés un ensayo, una crónica o un cuento".

Seguimos dando vueltas y la verdad es que le prestamos más atención a la conversación que al jardín. Me cuenta de sus sueños de viajar y le pregunto:

  - ¿Hey, vas a ir a la boda de Nwe? Yo quiero ir pero no sé si puedo en febrero -. Nwe es nuestra amiga birmana. Se casará en Rangún en febrero. M es, de hecho, su mejor amiga. 

  - ¡No sé! Yo quiero ir pero no sé si puedo. Es que el exámen de admisión es a fines de enero y no sé si podría planear bien el viaje. Yo no sé cómo. Mi mamá dice que si fuera con vos sería más fácil, Iría acompañada y más segura y con alguien que ha viajado más.

La sugerencia queda ahí rebotando, como bola picando en el área, unos segundos. Pero no lo pienso mucho. Yo no voy a cambiar. Aunque la prudencia me diga, "Quedate tranquilo en Nueva York dando clases, ¿qué vas a hacer dándole media vuelta al mundo para ir a un matrimonio a medio semestre?", se me iluminan los ojos, se me vienen destellos de aventura a la mente, me imagino vestido de birmano en una boda en Rangún, sueño con toda la gente linda que debe haber en aquella lejana tierra, me imagino también a M feliz en la boda de Nwe y a Nwe feliz con nosotros, y digo:

- Diay, si querés voy a investigar las posibilidades, ver opciones. Capaz que lo logramos y vamos juntos. Vos seguí estudiando que yo lo voy planeando y te voy contando.

¿Birmania en febrero? ¿Festejar a Nwe con M? Lo pienso y se me alegra el corazón. Y me sueño entre pagodas birmanas, aunque ande por una pradera de flora nativa del este norteamericano plantada en el jardín botánico de Brooklyn.

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