domingo, 23 de octubre de 2016

Fiesta bailable en 267 Brooklyn

"La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ¡ay Dios!" Salí el viernes al atardecer rumbo a la piscina pensando en nadar, regresar a casa tranquilo, leer un rato y dormirme tempranito. Cuando entraba a la piscina, me llegó un mensaje de Clare: "¿Querés cenar o tomar algo?" Niall anda de gira en Chicago, Cal fue a una residencia de escritores en Ithaca y ella se quedó por acá. Le pedí tiempo para nadar mientras ella buscaba dónde cenar por el barrio. Nadé un kilómetro rapidito y con ganas, para sentir que entré al agua, me duché sin entrar al baño de vapor, me vestí y salí rapidito también y la llamé. Nos encontramos en el restaurante vietnamita del barrio, Hà Nôi. Mientras nos poníamos al día, compartimos pho de mariscos y curry de camarones. Estaban deliciosos. 

En eso me llegó un texto de un nuevo compa colombiano, un paisa de Medellín. Me invitaba a una fiesta underground. Tocaban Yotoco y Los cumpleaños. "La dirección es 267 W______ Street." Le pregunté a Clare: - ¿Vamos a bailar? Las orquestas son buenísimas -. En realidad yo sólo había escuchado a Yotoco, pero había escuchado rumores de que Los cumpleaños era excelente. Clare me respondió que estaba cansada pero caminaría un trecho del camino conmigo. 

Pero conversando y conversando llegamos a 267 W______. La puerta metálica, pintada de negro, decía "Garage" en letras pintadas en blanco. Pero había un trocito de cinta adhesiva al lado de un timbre que decía: "Yotoco y Los cumpleaños >>>>." Tocamos el timbre. Esperamos un rato. Nada. Tocamos de nuevo. Después de un par de minutos, 10 metros a nuestra derecha, un gringo hipster abrió una puerta y pregunta si veníamos a la fiesta. ¡Sí! Entramos al patio interior de un edificio de ladrillos con pinta de bodega industrial convertida en edificio de apartamentos. Y por una puertica entramos a un apartamento y pasamos por la sala y la cocina y bajamos dos escalones a una antigua cochera. Y en ésta nos encontramos con un espacio completamente acondicionado para eventos musicales, con tremendo equipo de sonido y recubrimiento en las puertas metálicas que dan a la calle para aislar el sonido. El piso era de cemento pulido y las paredes de ladrillo expuesto. Las vigas de madera del techo estaban expuestas también y de la central colgaban una bola de discoteca y un proyector de videos. 

Yotoco ya estaba en acción y ya había gente bailando. Clare y yo nos sentamos una pieza pero rapidito me levanté y le dije que bailáramos. Yo creo que a ella le estaban picando los pies por bailar y por eso me acompañó, a ver de qué se trataba. La cuestión es que bailamos todas las cumbias, los merengues y las fusiones de ritmos que caracterizan a Yotoco. La gente estaba divirtiéndose también. Había un boricua bailando con una gringa como si fuera un concurso de payasada sensual y varias hipsters gringas improvisando pasos y movimientos y varias parejas de boricuas, dominicanos y paisas que bailaban muy bien. Clare tiene buen ritmo y rapidito agarraba los pasos. En un cumbia hasta le enseñé el brinquito del swing criollo tico y lo agarró al vuelo. 

Cuando Yotoco terminó, le presenté a la cantante y al cantante y seguimos bailando con la música cubana y puertorriqueña seleccionada por el disk jockey. La gente iba y venía y el 267 se iba llenando de gente para el set de Los cumpleaños. Clare ya parecía latina bailando pero era hora de irse a casa. Estaba cansada. Le pregunté si quería que la acompañara pero dijo que no. Ella conoce bien el barrio. La acompañé a la salida, le dije que me mandara un texto cuando llegara a casa y regresé a la fiesta.

En eso empezaron a tocar Los cumpleaños y eran realmente buenísimos. Tocaban sobre todo salsa y ritmos cubanos. La gente se alegró con la percusión, las congas, el trombón y los teclados y el timbre de voz del conguero que era cálido y su acento bien caribeño. Por ahí, en media pista, vi a mi compa paisa y a sus compas, y de por si todo el mundo bailaba junto. A medio concierto, inflaron "bombas" (globos) multicolores con luces intermitentes adentro. Brillaban en la semioscuridad y los bailarines nos divertimos jugando a no dejarlos caer al suelo mientras nos meneábamos.

La hora y media se nos pasó volando. Cuando terminó el baile, todo el mundo sonreía, conversaba animado y se reía. Conversé con una compa de mi compa, una chilena que toca piano en grupos de salsa y bolero. Resultó que estudia composición en el conservatorio de mi college.

Me despedí de ella y de mis compas y regresé a casa caminando despacio. Recorrer a pie de madrugada las calles de la ciudad me serena y me alegra a la vez, sobre todo si la noche me ha sorprendido. "La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ¡ay Dios!"

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